La Semana Santa de 1936
FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Los dos años anteriores se habían
podido celebrar desfiles procesionales en Baena, pero en 1936, tras el triunfo
del Frente Popular en las elecciones de febrero, no salió ninguna imagen a la calle. Como había
ocurrido también en 1932 y en 1933, una de las festividades con mayor tradición
en la localidad, que atraía más población y que se convertía en una fuente
importante de ingresos para los comercios, se vio apagada pese al malestar que
generó la decisión en muchos baenenses. La justificación oficial para que no
hubiera desfiles se puede encontrar en la prensa de la época, aunque convenció
a pocos. El alcalde, Manuel Priego Arrebola, indicó que no se había solicitado
autorización para su celebración, aunque a nadie escapaba que detrás existían
criterios políticos que habían impedido también la organización de los
misereres en las semanas precedentes, como indicaba el
periódico El Defensor de Córdoba,
dirigido por el baenense Daniel Aguilera Camacho: “Baena. No permiten los
misereres. La Alcaldía no ha autorizado los acostumbrados desfiles de las
cofradías de la Semana
Santa, con motivo de la celebración de los misereres que
todos los años tienen lugar, por esta época, en la iglesia de San Francisco.
También se ha puesto dificultad para la celebración del anual cabildo de la
cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Según nuestras noticias el Gobernador
civil de la provincia se ha mostrado, en este caso, dispuesto a que sea
respetada la voluntad del pueblo creyente”.
La situación no contentó a muchos
baenenses y los empresarios reaccionaron y se quejaron al alcalde por la merma
de ingresos que supondría para sus negocios: “Una numerosa comisión de
comerciantes e industriales de Baena visitó al alcalde de la ciudad para
protestar contra la supresión de los tradicionales misereres y rogarle, al
mismo tiempo, se den facilidades para la celebración de las procesiones de
Semana Santa. Los visitantes expusieron a la autoridad local el perjuicio que
les irrogaría la suspensión de las procesiones”, recogería El Defensor de Córdoba.
Quizás pensaron que se daría
marcha atrás y que, finalmente, se tendría en cuenta el fervor cofrade de la
mayoría de la población.
La celebración más cercana, con motivo de la festividad de
San José, pudo tocarse el tambor y se encendieron los típicos candelorios. El
corresponsal del periódico cordobés describió ese año en qué consistía esta
“costumbre tradicional”: “El día 18, víspera del día de San José, ‘se echaron
las cajas a la calle’, en frase típica. Esto quiere decir que comenzaron a
tocar el tambor, recorriendo en grupos o aisladamente las calles del pueblo los
llamados judíos de la
Semana Santa. El toque de tambores dura hasta las primeras
horas de la madrugada y prosigue después en los días de las procesiones. En
esta noche los judíos no llevan uniforme y también van tocando personas que
pertenecen a otras hermandades o que incluso no pertenecen a ninguna. Por este
motivo toda la ciudad vibra de manera enardecedora. Al mismo tiempo se encienden
grandes candelorios, a base de capachos de molinos aceiteros, esteras y otras
materias de desecho. Las luminarias de los candelorios y el vibrar de los
tambores constituyen la nota típica de esta noche baenense de jolgorio popular”. No obstante, no hubo la animación de otros años y se negó la
autorización para organizar la procesión de San José: “Pedida autorización al
alcalde para celebrar la acostumbrada procesión de San José, no fue concedida.
Este año se ha notado que han sido muy pocos los tambores que se han tocado por
las calles, pues como no se quieren autorizar las procesiones de Semana Santa,
los componentes de las hermandades no han considerado oportuno utilizar el
consentimiento de la autoridad local para salir en este día, ya que estiman que
la autorización debe ser completa para todos los actos de Semana Santa, sin
excluir las procesiones, de las que son un anuncio el toque tradicional de los
tambores. Por eso resulta un contrasentido autorizar estos y suprimir aquellas”.
El Domingo de Ramos de 1936 era 5
de abril. En la parroquia de Santa María la Mayor se celebró una solemne fiesta
religiosa con una gran concurrencia de fieles, aunque no se pudo contar con
palmas, por lo que se emplearon solo ramas de olivo. El Miércoles Santo, un artículo del corresponsal de El
Defensor de Córdoba explica por qué no procesionan las hermandades: “Martes
Santo. Las procesiones de Semana Santa que comienzan el miércoles no salen este
año. El alcalde ha dicho que no ha recibido solicitud alguna de permiso”.
Baena no oirá los tambores
durante la Semana Santa
de 1936, ni verá desfilar las imágenes por sus calles. El sentimiento que
ocasionó la decisión lo definió muy bien el corresponsal de El Defensor de Córdoba: “Como quiera que
la Semana Santa
de Baena se caracteriza por el constante sonar de los tambores, la suspensión
de las procesiones de este año ha tenido como primera consecuencia un silencio
callejero impresionante. No se ha oído un solo tambor, tanto en la calle como
en el interior de los edificios o en las afueras de la ciudad. La animación
propia de estos días ha descendido extraordinariamente, así como la visita a
los Sagrarios durante la
noche. La mayor concurrencia en los templos se vio a última
hora de la tarde”. Sin embargo, pudieron celebrarse los cultos en
las iglesias. La Juventud de Acción Católica estableció guardia para adorar al
Santísimo y en la hora santa, en la parroquia de Santa María la Mayor, don
Bartolomé Carrillo “pronunció un elocuente sermón”. En San Francisco se
organizó un miserere que contó con una gran asistencia de personas, “la mayoría
de clase popular”, y “se dieron infinidad de vivas a Jesús Nazareno”.
El recuerdo de 1935 estaba muy
presente. Entonces pudieron celebrarse las procesiones en Baena. Las crónicas
de la época recogen la recuperación de los actos tras unos años de descenso de
efectivos cofrades iniciado en 1929: “La procesión del miércoles y jueves
santos han salido con el esplendor de siempre. Fue hermano mayor en la del
miércoles don Ramón
Bujalance Frías y de la del jueves don Francisco Valenzuela
(...). Salió la procesión de Jesús Nazareno el Viernes Santo de madrugada, con
una solemnidad que no hemos conocido. El piadoso sermón del auto sacramental en
la Plaza de la Constitución, fue pronunciado por nuestro digno arcipreste don
Bartolomé Carrillo Fernández. Se utilizaron altavoces. Iba de hermano mayor don
José Baena
Rojano. La procesión del Santo Entierro tenía de hermano mayor a don Toribio de
Prado Padillo. Resultó admirable. Llevaba la procesión dos músicas: la de Montilla y la de Baena”. El recuerdo
del magnífico miserere organizado por la Quinta de judíos de la cola negra en
1935 estaba muy presente: “El viernes se celebró el tradicional miserere
organizado por la 5ª cuadrilla de judíos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno, en el que don José Gan Roldán, cuadrillero de la misma, demostró una
vez más sus insuperables dotes de organizador, su entusiasmo y su actividad sin
límites” (Nuevas, 8 de abril de
1935).
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