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domingo, 11 de marzo de 2012



El centenario de Amador de los Ríos

Baena se rindió en 1918 a la celebración del centenario del nacimiento de José Amador de los Ríos. Representantes de la vida cultural y social de España asistieron a la conmemoración. La prensa nacional recordó la importancia del intelectual
El Ayuntamiento estaba presidido por Higinio de los Ríos y en la comisión organizadora figuraba un joven Antonio Bermúdez Cañete. El 30 de abril de 1918 se colocó la primera piedra del monumento diseñado por Jiménez Martos

FRANCISCO EXPÓSITO.
Baena se convirtió en ciudad española de la cultura en 1918 gracias a uno de sus hijos más ilustres. Intelectuales del país rindieron homenaje a José Amador de los Ríos con motivo del centenario de su nacimiento y Baena atrajo la mirada de la cultura nacional. La mayoría de periódicos de la época, como El Debate, El Universo, Abc, La Época, El Sol o El País, dedicaron artículos elogiosos al polígrafo baenense. Los preparativos para conmemorar esta celebración se habían iniciado años antes cuando dos periódicos locales, El Ferrocarril y Juventud , lanzaron la idea de organizar unos actos acordes a la importancia de Amador de los Ríos. La propuesta la destacaron entonces periódicos como el Diario de Córdoba o La Correspondencia de España. Eso ocurrió en 1915 y una revista que se editaba entonces en Granada, La Alhambra, destacó la citada iniciativa e instaba a la capital andaluza a sumarse a los actos: “(…) nosotros creemos que Granada, cuya historia arqueológica está muy enlazada con Amador de los Ríos y con su ilustre hijo D. Rodrigo, debe tomar parte en esa justa demostración de respeto y de cariño a la memoria de un andaluz insigne”. El número 25 del periódico Juventud, tras otros artículos publicados con anterioridad, recogió en 1915 una información en la que resaltaba la importancia que debía tener la celebración: “El deber de los baenenses que se precien de serlo es hacer algo grande, unas fiestas que dejarán memoria en las generaciones venideras, que siempre recordaría con orgullo a los antecesores que se honraron al enaltecer al más brillante de sus prestigios”. La publicación, difiriendo de El Ferrocarril, propuso la creación de una comisión para la organización del programa de actividades, que debía contemplar “un programa de fiestas artísticas y literarias que se harían con todo el buen gusto y esplendor que se debe esperar en una ciudad rica y culta”. Asimismo, Juventud hacía un llamamiento a la necesidad de fundar un ateneo antes del centenario con el objetivo de elevar “nuestro nivel intelectual y moral”, ya que de esta manera Baena “se pondría a la altura de otros pueblos, que si bien menos ricos e importantes, iniciaron con anterioridad la saludable corriente de cultura”.
Su hijo Rodrigo, en una carta publicada en 1916, se uniría al proyecto del centenario y al de erigir un monumento público a su padre: “Medios y recursos sobran a Baena, y yo, que me honro y ufano de ser su hijo adoptivo, abrigo la confianza y tengo la fe en que, aquellos que pueden, no habrán de negar su concurso para empresa que tanto habrá de honrarles, y tan alta ha de poner a Baena entre los pueblos cultos, pues no todo ha de ser política” (La Alhambra, 15 de octubre de 1916).
El Ayuntamiento se volcó con la efemérides y preparó con entusiasmo una celebración a la que, finalmente, no podría asistir su hijo Rodrigo, fallecido un año antes y que había colaborado en los actos previos de esta conmemoración. Así lo recoge la sesión municipal del 18 de mayo de 1917, en la que se lee una carta de Rodrigo enviada por su hijo Alfonso al Ayuntamiento de Baena. En la misiva, Rodrigo asegura que remite 125 ejemplares de un tomo de poesías originales de su padre, cincuenta de una leyenda árabe granadina, de la que es autor Rodrigo, y ejemplares de un folleto arqueológico sobre antigüedades salvadas y perdidas en el que se habla de algunas de Baena. Rodrigo dice en la carta que con este ofrecimiento “no llevo otro propósito, sino el de rogarle que, después de aceptar para usted y para el municipio que preside el número de ejemplares que crea conveniente, haga poner a la venta los restantes en el casino o en donde estime oportuno o disponga que, su importe, se agregue a las sumas recaudadas para ayudar a la celebración en 1918 del centenario del nacimiento de mi señor padre”. La carta está fechada en Madrid el 7 de mayo de 1917. En la sesión municipal se lee otra enviada por su hijo Alfonso en la que cuenta que su padre había escrito la anterior misiva pocas horas antes de fallecer.
En los meses siguientes se abordarían aspectos de la organización del acto en los distintos plenos municipales. El 3 de abril de 1918 se acordó autorizar la colocación de la primera piedra del futuro monumento a Amador de los Ríos, tal y como recoge el libro de actas municipal: “El Señor Hita expuso que traía encargo de la junta organizadora del centenario de Amador de los Ríos para pedir permiso al Ilustrísimo Ayuntamiento para emplazar una estatua de este insigne baenense, que es gloria legítima de esta ciudad, en el Paseo de la Plaza de la Constitución o Coso, estatua cuya primera piedra ha de ponerse el treinta del actual; y el Ilustrísimo Ayuntamiento acordó después de varias frases encomiadoras por la junta del centenario y de su presidente, por la labor patriótica que harían dar con el mayor gusto el permiso que se solicita”.
Pero, como recordaría el diario Abc en su edición del 30 de abril de 1918, quedaba el lamento de Juan Valera por la falta de reconocimiento al ilustre baenense tiempos atrás: “Hace ya muchos años que otro escritor maestro, D. Juan Valera, se dolía de que no se ensalzase con la solemnidad y aparato merecidos el nombre de quien era reconocido allende nuestras fronteras ¡antes que en España! como ‘maestro en escribir la historia y príncipe de los investigadores históricos’. Y esto se escribía en lejanas tierras y para otras razas cuando aquí era perseguido por la pasión política y despojado de su cátedra en la Universidad Central el glorioso maestro de los Menéndez Pelayo, los Castelar, los Cánovas del Castillo, los Alonso Martínez, el primer historiador de nuestra Literatura, el autor de libros, estudios y crónicas que adjudican a su trascendental y fecunda labor derecho indiscutible a la inmortalidad”.

DOS DÍAS DE CELEBRACIÓN
Los actos tuvieron lugar el día 30 de abril y el 1 de mayo. El periódico madrileño El Debate destacó la celebración en sus páginas. En la edición del 30 de abril de 1918, aunque la noticia está fechada a día 29, se recogen los actos previstos: “Ha marchado a Baena el prelado de esta diócesis para oficiar mañana, de medio pontifical, en las honras fúnebres que en sufragio de Amador de los Ríos se verificarán. La oración fúnebre la pronunciará el doctor don Marcial López, Obispo electo de Cádiz. Por la tarde se colocará la primera piedra para el monumento, y por la noche se celebrarán juegos florales. El miércoles serán obsequiadas, por el Ayuntamiento de Baena, con un banquete las comisiones de las universidades y academias. Reina gran animación. Hoy llegaron representaciones de las Academias Españolas de San Fernando, de la Historia, del Ayuntamiento y Seminario de Córdoba”.
Tanto El Defensor de Córdoba como el Diario de Córdoba dedicaron una amplia información a la celebración. El 30 de abril, el Diario de Córdoba exaltará la historia de Baena y la figura de Amador de los Ríos: “Baena, la culta población cordobesa que tuvo la honra de que viese en ella la primera luz el insigne historiador, literato, catedrático y crítico don José Amador de los Ríos, celebra hoy su centenario con brillantes y solemnísimas fiestas, dando una gallarda prueba de su cultura y del profundo amor que profesa a sus hijos que la enaltecieron. Como Amador de los Ríos fue una gloria nacional, España entera se adhiere al justo homenaje y de casi toda España se reunirán en Baena representaciones de las ciencias, las letras, las artes y de numerosas corporaciones y entidades de diversos órdenes”. Ese mismo día, El Defensor de Córdoba resaltaba los preparativos de la efemérides, con la colocación de arcos florales y banderas en la casa donde nació Amador de los Ríos, en la Calzada o en el ayuntamiento, donde figuraba la inscripción: “Gloria al insigne Amador de los Ríos”. El enviado especial del periódico dirigido por el baenense Daniel Aguilera, Victoriano Aguilera, cuenta que hubo una recepción en el Ayuntamiento a las representaciones que habían llegado el día 29 y por la noche tuvo lugar una verbena en la Carrera y un concierto por la banda militar. Asimismo, “damas y lindas señoritas” estuvieron preparando el teatro, donde se iban a celebrar los juegos florales. “Baena está de fiestas, pero de fiestas del espíritu, por esto su animación no es como la de su renombrada feria, que le trae concurrencia que aquí satisface sus necesidades comerciales. Ahora los que vienen hablan a Baena de sus glorias de antaño, vienen a recordar que esta ciudad célebre en los tiempos medievales, que tiene una leyenda en cada piedra y una inspiración en sus castillos a medio derruir, y admiran sus mujeres, que rememoran bellezas mozárabes, y su cielo siempre azul que es el bendito cielo de Andalucía”.

LAS CRÓNICAS
La descripción de Victoriano Aguilera, que envió la información por telégrafo a las cuatro de la tarde y se publicó en la edición vespertina del periódico de ese mismo día 30 de abril, permite conocer el entusiasmo que se desplegó con la celebración. “Desde media mañana se halla intransitable la Plaza de la Constitución. En el paseo y en los balcones de todas las casas de las calles afluentes hay numeroso público, que espera la llegada de las comisiones al Ayuntamiento. Siguen las colgaduras en todas las casas. A las once en punto se pone en marcha la comitiva. Es una manifestación imponente. Baena de gala se dirige a su Iglesia mayor. Forman en la comitiva todas las representaciones de los principales organismos de la población, las comisiones de centros docentes y corporaciones representadas, y precediendo a todos la banda de música del Regimiento de Infantería de la Reina. Nuestro prelado preside esta manifestación, acompañándole las autoridades locales. La comitiva salió del Ayuntamiento y se dirigió por la calle de Domingo de Henares al Adarve e iglesia Mayor. Muchos al pasar por la calle Domingo de Henares, frente a la Tela, se descubren ante la lápida que está colocada en la casa de modesta apariencia en que nació Amador de los Ríos”, escribe el periodista de El Defensor de Córdoba. Su crónica continúa con las honras fúnebres en la iglesia de Santa María, que duraron una hora, y después la comitiva se dirigió a la Plaza de la Constitución para la colocación de la primera piedra del monumento que se iba a erigir a Amador de los Ríos. El cuadro escultórico fue diseñado por Jiménez Martos y una imagen ya se publicó en la revista Mundo gráfico, del 11 de octubre de 1916, en su página 14. El diario Abc incluiría una fotografía de la colocación de la primera piedra en su edición del 6 de mayo de 1918. La imagen, tomada por el fotógrafo Adolfo, se incluye en la página 3. Por la noche se celebraron los juegos florales en el Teatro Principal y, al día siguiente, miércoles 1 de mayo, tuvo lugar en el mismo teatro una comida a las comitivas asistentes. En el mismo acto de colocación de la primera piedra del monumento de Amador de los Ríos hubo un turno de intervenciones, destacando entre los baenenses el alcalde, Higinio de los Ríos, el presidente de la comisión organizadora del centenario, José Santaella Ariza, y el joven intelectual Antonio Bermúdez Cañete. El Defensor de Córdoba incluye el 2 de mayo las palabras del alcalde: “El alcalde don Higinio de los Ríos, después de manifestar que carece de condiciones que son necesarias para estos momentos solemnes, se ve obligado por el honroso cargo que el pueblo le ha confiado y en el cumplimiento de lo que cree un deber de gratitud y cortesía hacia estos amables huéspedes que nos han honrado con su presencia, he de decir breves palabras. Voy a limitarme como representante de la ciudad a saludar y dar la bienvenida a estos señores cuya presencia en estos actos, tanto contribuye a realzar y honrar la memoria del ilustre festejado y la del pueblo en que floreció. En nombre pues de este pueblo y en la firme creencia de que interpreto sus sentimientos os doy a todos muy expresivas gracias por su valioso concurso, rogando a los que han traído representación de sociedades científicas, que les lleven la seguridad de la gratitud de esta ciudad y la de que al tratar de festejar la memoria del ilustre baenense se han hecho acreedores a la misma honra del festejado”. En ese mismo acto de colocación de la primera piedra intervino también el joven Antonio Bermúdez Cañete, que fue uno de los miembros de la comisión organizadora. Tanto El Defensor de Córdoba como el Diario de Córdoba destacarían en sus páginas su brillante intervención en estos actos. Ambos diarios resaltarían las capacidades que ya mostraba Bermúdez Cañete en las crónicas de sus corresponsales. El primero de ellos habló, en su edición del 1 de mayo, de las grandes perspectivas personales del entonces titulado en Derecho: “... Don Antonio Bermúdez Cañete, joven baenense y de porvenir halagüeño por sus excelentes condiciones para el estudio, pronunció un vibrante discurso, enalteciendo la figura de Amador de los Ríos y considerando que es lo menos que puede hacerse en estos actos en honor del hombre ilustre, por lo que todos debemos vanagloriarnos. Amador de los Ríos se crió con nuestros abuelos y hoy es llorado y ensalzado por nosotros”. El periodista indica que Bermúdez Cañete disertó sobre la trayectoria del polígrafo baenense y resaltó que Baena le debía mucho a José Amador de los Ríos: “En vida, la Universidad es su morada, en la muerte, la Universidad fue su tumba. Introdujo la filosofía en el arte, así resultará que mientras el mundo existe, habrá que consultar en sus obras. Todos sus trabajos fueron de divulgación científica. ¿A quien 40 años no dejó de trabajar, qué menos le vamos a dedicar que un día? Para ello no debe escatimarse cantidad alguna. Debemos procurar una biblioteca y escuela popular que lleve su nombre y dispuesto estoy a que fundemos”. Su intervención fue culminada con una gran ovación de los asistentes. El Diario de Córdoba incluiría la crónica del corresponsal de Baena en su número del 3 de mayo. Como el narrador de El Defensor de Córdoba, también exaltaría las posibilidades de Bermúdez Cañete: “Habló más tarde el que hoy es una esperanza y mañana será una realidad, Antoñito Bermúdez Cañete, joven baenense de dieciocho años (realmente tenía 20 años), que ha hecho en tres dos carreras, la de Derecho y la de Filosofía y Letras, con brillantes notas, y ahora parece que hace oposiciones al premio extraordinario en la licenciatura. Es un joven de grandes esperanzas, habla con la mayor corrección y elocuencia, tiene, como todo hombre joven, arrestos de sinceridad y un alma diáfana dispuesta para el bien...”. El vencedor de los juegos florales fue Pedro Iglesias, mientras que se distinguió una biografía sobre Amador de los Ríos, cuyo autor fue Pedro Sainz.
Menor fue la trascendencia de la conmemoración del centenario del fallecimiento de Amador de los Ríos, en 1978. Un año antes, el académico José María Ortiz Juárez advertía de la importancia de la conmemoración y hacía una breve semblanza de la importancia del intelectual baenense en un artículo publicado en el Diario Córdoba: “Don José Amador de los Ríos es, no sólo un prestigio de la ciudad de Baena, sino de nuestra provincia y nuestra nación, pues no se encuentra de forma frecuente una persona que se ocupara de aspectos tan diversos en el campo de la cultura y de la investigación y en todos destacara de forma tan brillante. Humanista, pintor, arqueólogo, hebraísta, historiador de nuestra literatura con un método crítico hasta su época no utilizado, reformador de la enseñanza, editor de peregrinas páginas de nuestros clásicos, presenta en su obra materia más que suficiente, para que investigadores y estudiosos de los más diversos ángulos de nuestra cultura, se interesen por ahondar en muchos de los múltiples temas a que Amador de los Ríos dedicó su ejemplar y laboriosísima vida”. Ortiz Juárez instaba entonces a que se procediera a una actualización de la biografía y bibliografía de Amador de los Ríos. Precisamente, con motivo del centenario de su fallecimiento, la Diputación dedicaría el 17 de junio de 1978 un homenaje, al que se unió la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba con un monográfico, el número 99 (julio-diciembre, 1978). En ese acto, junto a académicos y un representante de la familia, participó Manuel Horcas Gálvez. El amplio monográfico del Boletín de la Real Academia de Córdoba (BRAC) analizó la vida y obra de Amador de los Ríos, con escritos de académicos como Juan Gómez Crespo, Joaquín Criado Costa, José María Ocaña Vergara o José María Ortiz Juárez, entre otros. Atrás quedaba la figura del mayor intelectual baenense de la historia, aquel que donó a su pueblo unos versos que exaltaban su gran admiración por el municipio que le vio nacer un 30 de abril de 1818: “Sobre una altura escarpada,/cuyo sólo aspecto admira,/por los años respetada,/una población alzada/cual roca del mar, se mira./Jardín de eterna verdura,/rico en fragancia y colores,/cerca en torno a aquella altura,/que ramillete figura/teñido de hermosas flores./Villa fuerte y fronteriza,/fue espanto y terror del moro”.

jueves, 12 de enero de 2012


La llegada del siglo XX en Baena

FRANCISCO EXPÓSITO. ENERO 2012
La memoria de los baenenses de más edad se aproxima a la posguerra cuando se les pregunta por aquellos tiempos que no quieren recordar. Sin embargo, habría que remontarse varias décadas antes para advertir un dramatismo similar o aún mayor al que se vivió tras la guerra civil. Entonces no hubo fragmentación familiar ni odios o venganzas que callaron la voz y humillaron a muchos baenenses, pero la estructura social vigente, propia de siglos anteriores, mantenía a una mayoría de los habitantes por debajo de lo que hoy se considera el umbral de la pobreza. No había para comer. Los hijos crecían con las manos agrietadas, explotados por la dureza del trabajo que les apartaba de la educación y los acercaba a la madurez demasiado pronto. Todos debían colaborar para completar el sustento familiar. Los ancianos, sin derechos asistenciales, malvivían y sufrían el calvario de décadas de esfuerzo físico que había agotado sus vidas.
La llegada del siglo XX en Baena dio pocas alegrías. La sociedad baenense seguirá marcada por el mantenimiento de una realidad que tenía que ver más con el Antiguo Régimen que con la modernización y avances que se producían en la gran ciudad. La mayoría de la población era analfabeta y dependía de los jornales agrarios. Son los años en los que se producen “motines del hambre”, como los llegó a denominar Díaz del Moral. El 1 de enero de 1901, el Ayuntamiento de Baena estaba gobernado por Rafael Alcalá Buelga, uno de los grandes propietarios de la localidad. Alcalá Buelga, víctima de los sucesos del asilo el 28 de julio de 1936, asumió el cargo el 29 de noviembre de 1897 y lo abandonó en julio de 1901. Durante el año 1900 se hicieron gestiones para el nuevo cuartel de la Guardia Civil, aunque también preocupaba el mal estado que presentaban algunas escuelas, llegando a hundirse alguna, los maestros se quejaban de que no cobraban sus sueldos o se reclamaba la estación de ferrocarril para la localidad. Uno de los grandes avances sociales que se produjo fue la inauguración del asilo de San Fracisco. Un año después, en 1901, el Obispado solicitaba al Ayuntamiento fondos para recuperar el convento de Madre de Dios, pero el Pleno respondía que no había partida consignada para acometer las obras. También preocupaban las dificultades por las que pasaban numerosos baenenses por la falta de medios económicos. El Pleno aprobó el 1 de octubre de 1901 la compra de panes para aliviar a los más pobres con motivo de la feria: “Acto seguido y previa discusión se acordó por unanimidad que habiendo propuesto el Sr. Alcalde y la Comisión de Festejos repartir mil panes como limosna a los pobres de esta Villa, en los días seis y siete del corriente mes, en que se celebra la renombrada feria de esta población, se abone el importe de dicha limosna con fondos municipales y con cargo al capítulo de imprevistos por no haber consignación apropiada para ello en el presupuesto municipal”. Además, la entrada del siglo XX estuvo precedida en Baena por años de gran calamidad en los que la sequía o los temporales acabaron con las cosechas, como sucedió en 1896 y 1897. Un artículo publicado en el Diario de Córdoba, en mayo de 1897, así lo refleja: “(...) Hoy, por desgracia, el cuadro que ofrece la crisis actual, es de los que jamás aquí se han conocido, pues además de llevar seis meses de vivir como se vive cuando nada se gana, pues con una retribución de una peseta diez céntimos, y con los artículos de primera necesidad como el agua ha estado, puede suponerse la clase de alimentos y la cantidad con que hayan podido mantenerse; así es que teniendo esto en cuenta, y ver reunidos 700 u 800 hombres recorriendo las calles, hácenos creer que la calamidad es grande y que la miseria impulsa a que estos jornaleros que siempre han sido modelo de cordura, rompan esa tradición, honra del pueblo baenense”. Ante este panorama, el alcalde hizo un llamamiento a los grandes propietarios y contribuyentes para que les dieran trabajo, aunque estos no se comprometieron a prolongar la situación por muchos días. Los problemas de la población más humilde en Baena serían constantes y, a partir de 1902, comenzaría a extenderse el movimiento asociativo para tratar de buscar soluciones, aunque también la conflictividad.
El estado de la provincia de Córdoba no era muy diferente. El jornalero pasará por grandes penurias que se complicarán con las adversidades climatológicas. Como reconoce García Parody, “el campesino ha de trabajar día y noche con la ayuda de su familia, sin que llegue a obtener un mínimo de beneficio final, no sólo por la poca rentabilidad de lo recogido sino también por el pago de la renta, los costes de los préstamos de granos para la siembra, que fiaron los dueños, y los gastos de la casa”. El jornalero afrontaba una larga jornada de trabajo, desde el amanecer hasta la puesta del sol: “El trabajo lo practican desde las 8 de la mañana hasta la puesta de sol en la primera época (septiembre a abril), siempre que salgan de casa almorzados, o al salir el sol si tienen que hacerlo en su sitio de trabajo; desde venir el día hasta el oscurecer en el demás tiempo (de mayo a agosto) y algunas horas de noche en el verano”.

ESTANCAMIENTO DEMOGRÁFICO
El número de habitantes de la antigua villa había variado muy poco respecto al que había un siglo antes. Prácticamente se habían perdido cien años para la demografía local. A finales del XIX, Baena tenía una población de 14.539 personas, de los que 7.268 eran varones y 7.271, hembras. A pesar de esto, el censo de 1900 situaba a Baena como el quinto municipio con más individuos, tras Córdoba (58.275), Lucena (21.179), Priego (16.904) y Montoro (14.581). Junto a las necesidades y al hambre que se pasaba, había que unir otros problemas que estaban relacionados. Las limitaciones del sistema educativo de la época, las dificultades que existían para que el niño continuara los estudios por la necesidad de que aportara ingresos a la familia provocaba que, siendo aún muy pequeño, comenzara a trabajar y abandonara la instrucción. Eso ocasionaba unas altas tasas de analfabetismo en la población cordobesa, mayores en el caso de la mujer. El 74,7% de los censados de la provincia no sabía leer en 1900. Las diferencias entre el mundo rural y urbano eran significativas. En la ciudad de Córdoba el analfabetismo se reducía al 57,1%. En Baena había 10.691 analfabetos, el 73,5% de los censados. La tasa disminuía en el caso de los hombres al 70,5% y aumentaba hasta el 76,4% en las mujeres.
El mal estado de las escuelas no ayudaba mucho al verse muy limitadas en medios. Su situación se puede analizar a través de un informe elaborado el 21 de mayo de 1900 por Juan Miguel Leva para el Ayuntamiento. Los centros de enseñanza presentaban importantes carencias. Las casas 17 y 25 de la calle Alta, de educación elemental, presentan desperfectos en los suelos que dificultan el piso de los niños. En la calle Puerta de Córdoba, número 3, hay otra escuela elemental de niños, que estaba en un estado “ruinoso”, con grietas, agujeros y se temía el desprendimiento de los techos. La escuela de la Plaza de la Constitución se encontraba en buen estado al haberse hecho reparaciones recientemente, mientras que la escuela de adultos, situada en la calle Santiagos, número 15, “tiene dos muros reventados y un tabique vencido hacia dentro”, por lo que dice que su estado era ruinoso. Por último, la escuela de la calle Francisco López, número 9, donde están los párvulos, tiene deteriorado el suelo, varias vigas rotas y el servicio “hundido e inservible”. Además, los profesores de primera enseñanza, con fecha de 19 de junio de 1900, escriben una carta al gobernador civil denunciando también los retrasos que sufren en los pagos de sus sueldos. 
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