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martes, 20 de diciembre de 2011



La restauración de Jesús Nazareno

FRANCISCO EXPÓSITO. DICIEMBRE DE 2011
Hace ahora 20 años se ponía fin a una leyenda que había adquirido realidad tras la publicación de la Historia de la Villa de Baena (1903), de Francisco Valverde y Perales. Siendo hermano mayor Felipe Calderón se aprobó restaurar la imagen titular de la cofradía de Jesús Nazareno para tratar de frenar el grave deterioro que sufría tras el paso de los siglos y desiguales procesos de tratamiento que se habían realizado. Sin embargo, cuando se decidió que Miguel Ángel Pérez fuera el restaurador de la devota imagen nadie pensó que, desde entonces, surgiría un debate que se mantuvo durante años, no solo por el resultado final del trabajo, sino también porque la localización de un pequeño documento en su interior cuestionaría el origen al que se vinculó la escultura.
Lo que hubiera pasado casi inadvertido se convirtió en un acontecimiento que acabó con la historia de la procedencia italiana de la cabeza, aunque algunos baenenses aún la mantienen y vinculan la autoría que en 1991 se otorgó a Miguel de Perea solamente al cuerpo de la talla. Pero no solo quedó ahí la polémica, pues el resultado final no contentó a todos los baenenses, que vieron cómo, tras el citado proceso de recuperación, Jesús había perdido la “mirada profunda” con la que observaba a los baenenses cada Semana Santa o los que visitaban al Nazareno en la iglesia de San Francisco.
Algún cofrade trataba de justificar en la revista Cabildo de 1992 esa extraña impresión que había quedado en Baena: “Como tantos otros muchos baenenses me apresuré a bajar a San Francisco para contemplar, llena de regocijo, nuestra querida imagen. Pude observar entonces entre los allí asistentes alegría y satisfacción por el excelente trabajo de restauración llevado a cabo por el citado restaurador, Miguel Ángel; pero al mismo tiempo captaba cómo una sensación de extrañeza nos invadía. ¿Le falta algo? Era el pensamiento que en voz baja apenas nos atrevíamos a pronunciar”. Ese desconcierto inicial lo vinculó la autora del artículo, Chelo Guijarro, a la ausencia de la corona de espinas, aunque a medida que fueron pasando los días surgieron las voces discordantes que, con la llegada de los emigrantes, se extendieron. En la publicación de la Agrupación de Cofradías de 1993 se destacaba, en una escueta frase, el debate que se había generado: “A la salida de Jesús hay división de opiniones y se oyen voces de “Jesús con la corona”. Tampoco fue muy afortunada la afirmación que hizo el restaurador en la citada revista ese año cuando se refirió al resto de tallas que acompañaban al Nazareno en su camarín: “Asimismo sería necesario preparar las imágenes que comparten dicha capilla, de aspecto casi fallero, no ya desde el punto estético, que deja mucho que desear al encontrarse al lado de una imagen de la categoría que nos ocupa, sino que además estarán contagiadas del mismo mal que presentaba la figura de Jesús”.

UNA DIFÍCIL DECISIÓN
La decisión de trasladar la imagen a Sevilla no fue fácil, aunque las condiciones en las que se encontraba Jesús Nazareno instaban a que se procediera con urgencia. “La carcoma había dañado seriamente algunas partes del cuerpo y las manos también presentaban un estado lamentable; el resto de la escultura se hallaba prácticamente en buen estado (...)”, recogía el periódico Comenzamos en su número cero de septiembre de 1991. Esa misma publicación mensual incluía lo que supuso para muchos baenenses el traslado de Jesús y cómo se produjo, el 21 de septiembre, a las 5.30 de la mañana: “Tras ser colocada cuidadosamente en su embalaje, los asistentes rezaron una oración sencilla, la misma que Cristo nos enseñó, y las lágrimas de emoción rodaron por las mejillas de cuantos allí estuvieron. Eran las cinco y media de la mañana cuando la pequeña caravana compuesta por el furgón que portaba la preciada carga y por algunos automóviles en los que viajaban los directivos y personas antes mencionadas, tomaba el camino de Sevilla; las calles de Baena seguían dormidas en el silencio y mientras los viajeros se perdían entre las curvas de la carretera, la torre de Santa María la Mayor parecía atisbar su partida por encima de los olivares...”.
La historiadora María Jesús Jáuregui, casada con el citado restaurador, advirtió del mal estado en el que se encontraba la talla en un artículo que publicó en la revista Cabildo (1993): “En lo concerniente a la restauración se ha recobrado la policromía primitiva totalmente tapada por gran cantidad de repintes que se aprecian a simple vista, pero que para mayor seguridad fue sometida a los rayos X y a la lámpara de infrarrojos. Las manos y los pies se hallaban totalmente desfigurados bajo capas de yeso y pintura, teniendo que ser reconstruidos en parte”. Pocos días después de su traslado a Sevilla, el Diario Córdoba publicaba, en su edición del 7 de octubre, la noticia que menos se esperaba cuando se decidió restaurar la imagen. Antonio Varo, especialista semanasantero del citado periódico en aquellos años, informaba de la aparición de un pequeño documento en el que se pudo interpretar quién era el autor de Jesús Nazareno. “El escultor Miguel Ángel Pérez identifica la autoría del Nazareno de Baena”, titulaba el citado diario en un breve artículo que luego se amplió en la edición dominical: “La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Baena fue realizada en los primeros años del siglo XVIII por el artista sevillano Miguel de Perea, hijo y nieto de artistas; su padre fue discípulo del imaginero tardobarroco Pedro Roldán (...). El descubrimiento ha sido realizado por el escultor Miguel Ángel Pérez Fernández, que en la actualidad está restaurando la venerada imagen en Sevilla; una pequeña inscripción conservaba en la cámara de aire de la escultura, a la altura del pecho, ha deparado el nombre del autor del Nazareno de Baena, que hasta ahora se consideraba como obra anónima”. El cronista del periódico cordobés informó el 13 de octubre de las personas que asistieron a la reunión celebrada en Córdoba para comunicar la sorprendente noticia: “A mediodía del pasado domingo (6 de octubre de 1991), el hermano mayor de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Felipe Calderón, nos daba cuenta del hallazgo de un documento en el interior de la imagen titular de su cofradía, en el que se hacía constar el nombre del autor de dicha escultura. Se nos informó del texto del documento hallado en una reunión a la que asistieron el consiliario de la misma, Marcelino Priego Borrallo, el restaurador Miguel Ángel Pérez y la esposa de éste, la historiadora María Jesús Jáuregui, junto a varios representantes de la junta de gobierno: el alférez Demetrio López Tarifa, el secretario Antonio Calero Fernández, el mayordomo José María Casado Aranda y el historiador Manuel Horcas”.

CONTINÚA EN CANCIONERO

miércoles, 30 de noviembre de 2011



La Semana Santa de 1936

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Los dos años anteriores se habían podido celebrar desfiles procesionales en Baena, pero en 1936, tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero, no salió ninguna imagen a la calle. Como había ocurrido también en 1932 y en 1933, una de las festividades con mayor tradición en la localidad, que atraía más población y que se convertía en una fuente importante de ingresos para los comercios, se vio apagada pese al malestar que generó la decisión en muchos baenenses. La justificación oficial para que no hubiera desfiles se puede encontrar en la prensa de la época, aunque convenció a pocos. El alcalde, Manuel Priego Arrebola, indicó que no se había solicitado autorización para su celebración, aunque a nadie escapaba que detrás existían criterios políticos que habían impedido también la organización de los misereres en las semanas precedentes, como indicaba el periódico El Defensor de Córdoba, dirigido por el baenense Daniel Aguilera Camacho: “Baena. No permiten los misereres. La Alcaldía no ha autorizado los acostumbrados desfiles de las cofradías de la Semana Santa, con motivo de la celebración de los misereres que todos los años tienen lugar, por esta época, en la iglesia de San Francisco. También se ha puesto dificultad para la celebración del anual cabildo de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Según nuestras noticias el Gobernador civil de la provincia se ha mostrado, en este caso, dispuesto a que sea respetada la voluntad del pueblo creyente”.
    La situación no contentó a muchos baenenses y los empresarios reaccionaron y se quejaron al alcalde por la merma de ingresos que supondría para sus negocios: “Una numerosa comisión de comerciantes e industriales de Baena visitó al alcalde de la ciudad para protestar contra la supresión de los tradicionales misereres y rogarle, al mismo tiempo, se den facilidades para la celebración de las procesiones de Semana Santa. Los visitantes expusieron a la autoridad local el perjuicio que les irrogaría la suspensión de las procesiones”, recogería El Defensor de Córdoba.
    Quizás pensaron que se daría marcha atrás y que, finalmente, se tendría en cuenta el fervor cofrade de la mayoría de la población. La celebración más cercana, con motivo de la festividad de San José, pudo tocarse el tambor y se encendieron los típicos candelorios. El corresponsal del periódico cordobés describió ese año en qué consistía esta “costumbre tradicional”: “El día 18, víspera del día de San José, ‘se echaron las cajas a la calle’, en frase típica. Esto quiere decir que comenzaron a tocar el tambor, recorriendo en grupos o aisladamente las calles del pueblo los llamados judíos de la Semana Santa. El toque de tambores dura hasta las primeras horas de la madrugada y prosigue después en los días de las procesiones. En esta noche los judíos no llevan uniforme y también van tocando personas que pertenecen a otras hermandades o que incluso no pertenecen a ninguna. Por este motivo toda la ciudad vibra de manera enardecedora. Al mismo tiempo se encienden grandes candelorios, a base de capachos de molinos aceiteros, esteras y otras materias de desecho. Las luminarias de los candelorios y el vibrar de los tambores constituyen la nota típica de esta noche baenense de jolgorio popular”. No obstante, no hubo la animación de otros años y se negó la autorización para organizar la procesión de San José: “Pedida autorización al alcalde para celebrar la acostumbrada procesión de San José, no fue concedida. Este año se ha notado que han sido muy pocos los tambores que se han tocado por las calles, pues como no se quieren autorizar las procesiones de Semana Santa, los componentes de las hermandades no han considerado oportuno utilizar el consentimiento de la autoridad local para salir en este día, ya que estiman que la autorización debe ser completa para todos los actos de Semana Santa, sin excluir las procesiones, de las que son un anuncio el toque tradicional de los tambores. Por eso resulta un contrasentido autorizar estos y suprimir aquellas”.
    El Domingo de Ramos de 1936 era 5 de abril. En la parroquia de Santa María la Mayor se celebró una solemne fiesta religiosa con una gran concurrencia de fieles, aunque no se pudo contar con palmas, por lo que se emplearon solo ramas de olivo. El Miércoles Santo, un artículo del corresponsal de El Defensor de Córdoba explica por qué no procesionan las hermandades: “Martes Santo. Las procesiones de Semana Santa que comienzan el miércoles no salen este año. El alcalde ha dicho que no ha recibido solicitud alguna de permiso”.
    Baena no oirá los tambores durante la Semana Santa de 1936, ni verá desfilar las imágenes por sus calles. El sentimiento que ocasionó la decisión lo definió muy bien el corresponsal de El Defensor de Córdoba: “Como quiera que la Semana Santa de Baena se caracteriza por el constante sonar de los tambores, la suspensión de las procesiones de este año ha tenido como primera consecuencia un silencio callejero impresionante. No se ha oído un solo tambor, tanto en la calle como en el interior de los edificios o en las afueras de la ciudad. La animación propia de estos días ha descendido extraordinariamente, así como la visita a los Sagrarios durante la noche. La mayor concurrencia en los templos se vio a última hora de la tarde”. Sin embargo, pudieron celebrarse los cultos en las iglesias. La Juventud de Acción Católica estableció guardia para adorar al Santísimo y en la hora santa, en la parroquia de Santa María la Mayor, don Bartolomé Carrillo “pronunció un elocuente sermón”. En San Francisco se organizó un miserere que contó con una gran asistencia de personas, “la mayoría de clase popular”, y “se dieron infinidad de vivas a Jesús Nazareno”.
    El recuerdo de 1935 estaba muy presente. Entonces pudieron celebrarse las procesiones en Baena. Las crónicas de la época recogen la recuperación de los actos tras unos años de descenso de efectivos cofrades iniciado en 1929: “La procesión del miércoles y jueves santos han salido con el esplendor de siempre. Fue hermano mayor en la del miércoles don Ramón Bujalance Frías y de la del jueves don Francisco Valenzuela (...). Salió la procesión de Jesús Nazareno el Viernes Santo de madrugada, con una solemnidad que no hemos conocido. El piadoso sermón del auto sacramental en la Plaza de la Constitución, fue pronunciado por nuestro digno arcipreste don Bartolomé Carrillo Fernández. Se utilizaron altavoces. Iba de hermano mayor don José Baena Rojano. La procesión del Santo Entierro tenía de hermano mayor a don Toribio de Prado Padillo. Resultó admirable. Llevaba la procesión dos músicas: la de Montilla y la de Baena”. El recuerdo del magnífico miserere organizado por la Quinta de judíos de la cola negra en 1935 estaba muy presente: “El viernes se celebró el tradicional miserere organizado por la 5ª cuadrilla de judíos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el que don José Gan Roldán, cuadrillero de la misma, demostró una vez más sus insuperables dotes de organizador, su entusiasmo y su actividad sin límites” (Nuevas, 8 de abril de 1935).

domingo, 27 de noviembre de 2011


La rivalidad del judío de Baena 

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011 
Baenenses del siglo XIX y del siglo XX fueron los protagonistas de una historia que ha convertido la Semana Santa en una original celebración heredera de la tradición barroca perseguida por la jerarquía eclesiástica. Sus orígenes no se pueden comprender si no se dan por hecho recuerdos o tradiciones como datos históricos que permitan superar los inicios inciertos de la figura del judío y así comenzar a andar en el decurso histórico de este peculiar personaje. Siempre partimos de las dudas, nunca de la certeza. Siempre iniciamos las disquisiciones con ideas borrosas ante la ausencia del material escrito. Sin embargo, de no ser así, la historia del judío de Baena también perdería el misterio que desde décadas ha envuelto su existencia, pero también que ha significado ruptura de tradiciones y de costumbres impuestas. Mucho se ha escrito desde el siglo XX para tratar de encontrar justificaciones a un hecho consolidado que desconoce la respuesta a dos preguntas que siempre adentran en la hipótesis de la idea: ¿por qué el judío moderno, el que conocemos hoy, sustituyó al viejo personaje burlesco que se extendía por una amplia geografía de la Semana Santa decimonónica de Andalucía? ¿por qué en Baena se consolidó y no sucedió lo mismo en el resto de los pueblos semanasanteros?
Es difícil continuar sin respuestas claras a estas preguntas, pues los hechos que sí se han podido constatar llevan a dos fechas que cierran las dudas en un periodo determinado, en un antes y un después que fija la existencia del judío antiguo y la inexistencia del judío moderno, y en otra que define al judío, al margen de divisiones entre coliblancos y colinegros, con una indumentaria que ha llegado a nuestros días, aunque el tambor, y sí la lanza, todavía no se había generalizado.
Todo lo demás son ideas que han surgido de manera prolífica durante muchas décadas, con más o menos acierto, que se han ido modificando a medida que se fueron dando por buenas unas hipótesis y se descartaron otras, que recurrieron al recuerdo de los más mayores ante la ausencia de la fuente escrita y rodearon de cierto halo de incertidumbre al concepto. Y es que ésta ha sido una de las grandes carencias con la que los investigadores de la Semana Santa de Baena se han encontrado, lo que dio lugar a muchas líneas que llegaron a la leyenda y se dieron por buenas. Por estas contradicciones que han ido apareciendo con el paso del tiempo sólo nos acercaremos al judío dejando siempre la duda en el escrito, pues toda la historia de los comienzos de esta figura puede venirse abajo con la aparición del documento que permitiera acabar con tantas dudas.
Mientras no suceda lo contrario, hablaremos de que en 1804 se descubrió un testamento en el que por primera vez se habla de la turba de judíos (de Jesús Nazareno), que en 1819 se dictaron normas del vicario Diego Henares en las que se prohibían que los judíos cubiertos con rostrillos desfilaran en la Semana Santa y, que, por lo tanto, aún no se conocía el judío moderno. En los años cuarenta del siglo XIX se constatará la existencia de varias cuadrillas de judíos en las distintas cofradías o su colocación después de los evangelistas en el Viernes Santo por la mañana, según aparece en el Sermón del Paraíso copiado por José María López Arriero en 1857. Sin embargo, habría que esperar hasta 1895 para saber cómo vestían estos nuevos judíos. Los estatutos de las cofradías del Santo Cristo de la Sangre y de la Vera Cruz hablan de que los judíos lanceros llevarán cola negra, mientras que los cuadrilleros, los abanderados y los hermanos de tambor lucirán cola blanca.
Así fueron pasando los años hasta que se consolidó el uso del tambor entre los judíos y la separación de los judíos atendiendo al color de la cola que lucían. En 1916 ya se reglamentó el toque de tambor, a través de una ordenanza municipal, para evitar trasnochados temples de las cajas sin control alguno, aunque la primera edad de oro del judío no llegaría hasta los años veinte. Entonces, iniciativas como las de José Gan, que promovió la quinta cuadrilla de la cola negra, impulsaron y reivindicaron la dignidad del judío, aunque también se produciría en esos años la disgregación definitiva entre la cola negra y la cola blanca, más por motivos personales de dirigentes cofradieros que por motivos ideológicos como se ha tratado de ver en algunas ocasiones.
El judío también sufriría las consecuencias de la dureza de la Guerra Civil, y los efectos de la emigración, aunque volvería a recuperar su fortaleza a partir de los años ochenta de la pasada centuria, cuando se produce la masificación actual que ha llevado a la existencia de varios millares de judíos en la Semana Santa de Baena. En la actualidad, la peculiaridad del judío, que ya se ha extendido a otros municipios como Luque y que también se ha expandido en la pedanía de Albendín, ha sido reconocida en congresos internacionales, publicaciones y tesis doctorales aunque todavía se han de acometer iniciativas para evitar su desvirtualización o que la iniciativa empresarial trate de asumir como propio una tradición que sólo es de los baenenses. 

UNA ANÉCDOTA
“Niño, a ver si aprendes a redoblar. Si es que eres coliblanco”, le decía un colinegro a un joven judío que lucía crin de caballo blanca en su casco militar un Miércoles Santo de finales del siglo XX. “Lo que tienes que hacer es callarte y lavar de vez en cuando la cola, que la tienes negra”, le respondió el niño coliblanco, que continuó con su incansable redoble de tambor a la imagen del Cristo de los Azotes, atribuida a José Risueño. La rivalidad que ha existido en la Semana Santa de Baena y la división de clases sociales que la festividad cuaresmal consolidó durante algunas etapas históricas ha sido analizada por sociólogos y antropólogos en las últimas décadas.
De todos es conocida la rivalidad, radical en determinados momentos, entre la cola blanca y la cola negra y la división de las cofradías atendiendo a su vinculación sentimental con una u otra. El Viernes Santo marcaría la diferenciación. La mañana quedó unida a la cola negra y la noche a la cola blanca. Los judíos coliblancos se vincularían con las procesiones del Miércoles y Jueves Santo, mientras que el Domingo de Resurrección se uniría a la cola negra. Sin embargo, las cofradías más recientes, Cristo del Perdón y Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, se mantendrán al margen de rivalidades. La búsqueda de condicionantes ideológicos, económicos y sociales en la comentada rivalidad de la Semana Santa de Baena se ha tratado de encontrar por parte de diversos investigadores, aunque con el paso de los años se fue difuminando. Esta división tendría su apogeo en las primeras décadas del siglo XX con el intento de los dirigentes de las dos principales cofradías, las del Viernes Santo, de adquirir el mayor protagonismo social en la localidad a través de esta celebración, para lo cual no escatimaban dinero para mejorar los desfiles con la incorporación de pasos, la restauración de las imágenes o la celebración de actos cofradieros. Rafael Briones Gómez hablará de “manipulación social de la Semana Santa” andaluza al considerar que personas o grupos que gozan o buscan el poder económico, de prestigio o de clase, “intentan meterse en la Semana Santa, a través de las cofradías, para hacerse con el monopolio de su gestión y orientar ese capital y esa influencia sobre la masa, para acrecentar ese poder y prestigio propio y utilizarlo al servicio de sus intereses”. Esta situación se repetirá también en las principales semanas santas del sur de Córdoba, aunque en Baena irá unida a la cimentación de la rivalidad o división en dos mitades de la celebración. La investigadora Fuensanta Plata vinculará la Semana Santa de Baena a la estructura de dos mitades sociológicas, al igual que la jerarquización social, para hablar de “un pequeño núcleo de grandes terratenientes y un numeroso grupo de jornaleros sin tierra que cuentan solamente, en la mayoría de los casos, con los ingresos de un insuficiente subsidio de desempleo”. No obstante, Plata considera que esta división está apartada de clases sociales, etnias o profesiones, vinculándola más con una división en dos mitades simbólicas. Tratar de vincular la rivalidad colinegra y coliblanca a una división clasista resulta a estas alturas inadecuado. 
El último gran conflicto de rivalidad se produjo el Miércoles Santo de 1992. Nadie comprendía lo que sucedía cuando a la altura de la Muralla, los judíos de la cola negra comenzaron a salirse de la procesión ante el asombro de centenares de espectadores. Uno tras otro, los judíos dejaron el desfile. El espacio entre la hermandad que les precedía, la cuadrilla de sayones, y la hermandad del Cristo de los Azotes se fue incrementando. El corte fue impresionante y todo porque a un sayón se le ocurrió la idea de repetir un año más, a pesar de las advertencias, la ‘cagada’, expresión mal sonante con la que se conocía la escena que protagonizaba este curioso personaje de la Semana Santa de Baena y que desvirtuaba la seriedad de la procesión. El suceso provocó que la turba de la cola negra decidiera salirse del desfile. Ya no volvió a desfilar más la cola negra en el desfile del Jueves Santo.
Desde Manuel Piedrahita Ruiz, con su magnífico artículo de 1926, a otros investigadores y poetas de la Semana Santa, la figura del judío se ha patentizado en numerosas páginas. Podría incorporar innumerables textos para terminar, pero me quedo con un extracto de un artículo de Rafael Belmonte, titulado "El judío": "Hablaros a vosotros del "Judío", carne y sangre vuestra sería necio y absurdo. Pero yo creo que la figura del "Judío", tantas veces ensalzada, y otras, ¿por qué no decirlo?, también criticada y hasta vituperada, no haya sido quizás situada en un justo y preciso punto. Para mí, el "Judío" es el personaje que entre todos los de vuestra Semana Santa, presenta, lo que pudiéramos llamar en términos médicos, la más lógica y la más normal reacción humana ante la Pasión y Muerte de Cristo. Para mí, el "Judío" quiere expresar y de hecho lo expresa con su tambor, toda la rabia y toda la impotencia de un Pueblo cristiano, por no poder impedir o evitar la Muerte en la Cruz de su Redentor. Él hace vibrar y gritar el parche rotundo de la caja de su tambor, como avisando a los cuatro puntos cardinales de la geografía del mundo, el más horrible, el más injusto y más cruento deicidio de toda la historia de la Humanidad. Y el "Judío" que ve y comprende, que no puede impedirlo, avisa de esa forma vibrante y sonora, rompe incluso si es preciso las fuertes baquetas sobre el tambor, para ver si encuentra ayuda y comprensión para evitarlo. Y mirad si será noble y gallardo su toque y redoble que sabiendo que aquella muerte divina, lo salvará y redimirá para siempre, no duda un instante en buscar como sea y donde sea, a un alguien que con su fuerza y poder la evite. Por eso yo te admiro, anacrónico y exótico "Judío" de Baena, con tu cola blanca o con tu cola negra, con tu dorado casco y tu llamativo plumero sobre tu cabeza. Con tu roja chaqueta, donde lleva bordado como un símbolo la Cruz Redentora de Cristo. Con tu tambor cruzado por tensos y apretados chillones. Con su pañuelo de seda al cuello".

lunes, 21 de noviembre de 2011



Los inicios sindicales en Baena

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Las dificultades y penurias que sufría el trabajador durante el primer tercio del siglo XX y la absoluta dependencia de la labor agraria para conseguir el sustento fueron generando entre los baenenses un movimiento contestatario que trataba de romper con la situación, aunque la organización de este proceso estuvo marcado por grandes altibajos. No bastaba ya con procesiones o plegarias desde los púlpitos para pedir el final de la sequía o contra el hambre que se extendía entre la mayoría de los obreros. La población moría y no se tomaban medidas. La prensa cordobesa recogería en sus páginas momentos de gran dramatismo entre las clases más necesidades de la localidad. Los desfiles de pobres eran habituales. La creación del asilo de San Francisco fue una respuesta desesperada contra la desvalida situación de los mayores en 1900. En el año 1905, el 20 de mayo, apareció una de las crónicas más tristes de Baena escrita por el corresponsal de Diario de Córdoba. Todo son calamidades, a lo que se unía también las consecuencias fatales que estaba causando la gripe: “A más de las penalidades que la prolongada sequía trae consigo por la casi total pérdida de los sembrados, otra angustia aflige nuestro ánimo y es la epidemia reinante de la gripe. Son tantas las defunciones que está produciendo, que su número causa espanto, así como la rapidez con que fallecen los invadidos, pues por regla general sucumben al tercero, quinto o séptimo día de ser acometidos, y algunos casi repentinamente”.
    A la enfermedad hay que unir la dificultad para encontrar trabajo y la falta de alimentos, lo que originó revueltas populares en 1905: “En los días siguientes no se han dejado de registrar algunos sucesos desagradables, de índole distinta de los que acabo de reseñar, entre ellos dos pequeños alborotos en la plaza pública a causa de la carencia del pan, motivada por la escasez de agua, que no es la bastante para hacer andar las diversas fábricas de harinas”.A esto hay que unir también la incapacidad de los gobiernos municipales de turno, la mayoría de las veces con pocos medios económicos para responder a las demandas de la población y otras más preocupadas de conservar su posición social que de adoptar medidas que cambiaran la situación. El denostado caciquismo que perduraría durante gran parte de la primera mitad del siglo XX se define perfectamente en estos años de principios de la centuria. Uno de los periódicos más combativos de la época en Baena, quizás el único y por eso duró tan solo dos números, fue El Gladiador, que apareció el 1 de marzo de 1900. Su director, Francisco Jiménez Priego, tuvo que abandonar la localidad tras la paliza que recibió con el conocimiento de la autoridad. No nos ha llegado nada de El Gladiador, pero sí un texto publicado en El Disparo, periódico satírico que se editó en Córdoba tras las penalidades sufridas por Jiménez Priego, y que recogió en 1911 un periódico de Jaén . El número 11 de El Disparo analizaba el nepotismo de los gobernantes municipales y su incapacidad para llevar una correcta gobernanza de las cuentas públicas. En artículo titulado “Abajo el cunerismo”, denunciaba el caciquismo de los gobernantes de Baena y su mala gestión: “El distrito de Cabra, uno de los mejores de la provincia, tiene un déficit espantoso con la Diputación y la Hacienda, sobresaliendo entre todos los pueblos que lo componen el de Baena, cuyas autoridades hemos de hacer inmortales, erigiendo sobre todo una estatua al señor Alcalá Buelga, cuya gestión administrativa en aquel Ayuntamiento hará época en los anales de la historia del pueblo baenense (...). BAENA, este pueblo cuyas autoridades son dignas de ocupar otro puesto, no el que tienen, deben (asómbrense ustedes) a la Diputación provincial, 341.367 pesetas, a la Hacienda por el concepto de consumos 226.726,91 pesetas atrasos que comprenden desde los años 94 a 95, encontrándose al descubierto en el corriente ejercicio en la insignificante cantidad de 18.551,20. El total que estas sumas arrojan es considerable y no acertamos a comprender cómo no se ha incoado expediente y no se han confiscado los bienes de tan celosos administradores (...). Hora es ya de que se emancipen y arrojen del distrito a quienes nada le deben, pues de continuar de esta forma lograrán su total ruina y se verán cada día mas hollados sus derechos por despreciables caciques”. En una situación insostenible como la descrita estaba abonado el terreno para que surgiera el movimiento sindical en la localidad, aunque el control de la población, ya fuera por la necesidad de trabajo o por la escasa formación de la mayoría, provocó que las inquietudes obreras tardaran en organizarse en Baena.
    En los inicios de la pasada centuria comenzaron a surgir colectivos que reaccionaban ante las desigualdades sociales que se mantenían desde hacía siglos. La primera de las asociaciones campesinas que se creó fue la cooperativa la Unión del Trabajo de Baena, que surgió en febrero de 1903, aunque tendría una corta existencia pues a finales de 1904 ya no estaba en funcionamiento. En esas fechas nació también El Fomento del Trabajo de Baena, constituida en mayo de 1903, en pleno movimiento contestatario de los campesinos. Impulsada por laicos, se inspiraban en los principios de la encíclica Rerum novarum, aunque tuvo una escasa pervivencia al estar integrada por obreros y patronos. Estos últimos pretendían contrarrestar la reacción de los campesinos con su adhesión al colectivo. En aquellos momentos era habitual que cuando surgía alguna acción represiva contra las asociaciones desaparecieran o acabaran con una escasa actividad como consecuencia de la débil consistencia del movimiento obrero. En abril de 1903 el alcalde de Baena, como hicieron otros de Cabra, Posadas o Montoro, abortaron huelgas de campesinos al emplear a los parados que acudían a los ayuntamientos en demanda de trabajo.
(CONTINÚA EN PERIÓDICO CANCIONERO).

viernes, 4 de noviembre de 2011


La crisis del cooperativismo textil

El cierre de Scafa, que declaró su insolvencia en
el mes de septiembre, ha supuesto el final de la
primera gran cooperativa textil de Baena. En
sus años de mayor actividad llegaron a trabajar
más de cuatrocientas personas.

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Hace 45 años surgía la Sociedad Cooperativa Artesana de Familias Agrícolas (Scafa). Eran momentos en los que Baena continuaba su despoblamiento por la escasa actividad económica y la excesiva dependencia de la agricultura. Un cura nacido en Hinojosa del Duque se convirtió en el artífice del desarrollo industrial de la localidad. Este sorprendente emprendedor era Salvador Muñoz, entonces párroco de Nuestra Señora de Guadalupe y después de San Bartolomé, que se rebeló contra la incapacidad de las autoridades locales y de los dirigentes sociales de la época para responder a las necesidades de la población más humilde y crear la primera cooperativa textil de Baena. El artículo 2 de los estatutos fundacionales, redactados en 1966, era una auténtica declaración de intenciones, ya que la cooperativa buscaba “la elevación del nivel de vida de las familias de obreros agrícolas, fomentando ordenadamente el trabajo en la agricultura y contrarrestando la excesiva emigración de los medios rurales y, en definitiva, aumentar sus ingresos mediante la promoción artesana”. El éxito de la iniciativa le llevó en junio de 1976 a impulsar una segunda cooperativa, llamada Scoinc. La demanda de trabajo no se reducía en la localidad. El éxito del proyecto encontró pronto un mercado creciente para abastecer en la producción a otras empresas de Córdoba y de otras provincias. Así nació el cooperativismo textil en la localidad, con las dos empresas sociales más importantes del municipio, y que llegaron a emplear a más de 400 trabajadores cada una.
Décadas después, a finales de los años ochenta y principios de los noventa, surgieron otras iniciativas textiles que se concentraron en la elaboración de camisas o pantalones a bajo precio, sustentadas en la mayoría de los casos en una economía sumergida al basarse en pequeños talleres o trabajo doméstico de muchas mujeres que no tenían vinculación laboral con la empresa que les suministraba el tejido o el producto sin terminar. Bastaba una simple cochera de una vivienda para que se implantara un taller. Así fue como camisas y pantalones elaborados en Baena se vendieron en numerosas provincias españolas y en la mayoría de los municipios de Córdoba. Aparecieron empresarios como Antonio Jurado y otros emprendedores que consiguieron incrementar rápidamente sus ingresos. Hoy, dos décadas después, los pequeños talleres de camisas y pantalones han desaparecido. Los bajos sueldos que se abonaban a las trabajadoras, porque la mayoría eran mujeres, permitieron competir durante un tiempo hasta que se liberalizaron los mercados y eliminaron aranceles. El propio Jurado se dio cuenta de que era más económico importar de Asia la mercancía que hacerla en Baena. Miles de camisas llegaban todas las semanas a Baena, que luego se ponían en el mercado en tiendas y en los mercadillos de muchos municipios. Ese fue el principio de la crisis del textil en Baena. Lejos de impulsar marcas propias y potenciar la comercialización, el sector comenzó a asumir que era más rentable importar el producto fabricado que elaborarlo.
En una entrevista publicada por el diario Córdoba en febrero de 2004, Antonio Jurado hablaba de los cambios que se habían producido en el textil baenense: “Aquel negocio (la confección de camisas en la localidad) funcionaba bien cuando se fabricaba aquí en España. Nosotros siempre hemos trabajado una camisa más bien económica, asequible para todo el público. Pero cuando llegaron las importaciones cayó la actividad y tuvimos que buscar otra estrategia de venta y empezamos con las tiendas de venta al público, donde ya se venden todo tipo de prendas”. Era el comienzo de la franquicia Hipertextil al Costo, que creó en julio de 1994.
Pero, ¿qué ocurrió con las cooperativas? El factor del bajo coste laboral, ya que los sueldos eran reducidos al integrarse los trabajadores como socios de las cooperativas, permitió subsistir durante varias décadas a las dos empresas, aunque fueron numerosas las cooperativistas que abandonaron las entidades. Incluso, a mediados de la pasada década, asfixiadas por las deudas, consiguieron reducirlas, temporalmente, con operaciones urbanísticas que les permitieron vender los céntricos terrenos en los que se encontraban y trasladarse a uno de los polígonos industriales de la localidad. Ese respiro económico fue temporal y los problemas volvieron pronto.
El tejido industrial del textil pasa complicados momentos en la actualidad. Atrás quedó el proyecto frustrado de impulsar el centro tecnológico del textil, que finalmente se ubicó con una única sede en Priego, planes de viabilidad que no dieron los resultados esperados, apareció alguna empresa fantasma que, subvencionada por fondos europeos, desapareció pronto, hubo regulaciones de empleo y, en este año 2011, se declaraba la insolvencia de Scafa, mientras Scoinc trata de reestructurar su situación ante las dificultades del mercado.

El primer textil del siglo XX
La historia empresarial del textil baenense se remonta a los últimos cincuenta años, aunque hay un antecedente importante en el primer tercio de la centuria. Antes es imposible rastrear cualquier iniciativa que se pueda considerar empresarial en la localidad. La Guía General de Córdoba y su Provincia de 1906 no habla de esta industria en Baena cuando se refiere a su riqueza económica: “Los negocios más importantes son el cultivo del olivo y los cereales, que se exportan a la provincia”. Solo se recogen algunos establecimientos que se dedican al comercio de tejidos como los de los Hermanos Casado (calle Moral), González Calero Onieva (Llana), José de las Heras (Alfonso XII), Iriondo y Moreno (Llana), Ángel López (Llana), Hermanos Pérez (Calzada) y Federico Tutau Cubero (Galana). No hay más. Unas décadas después, en el libro de matrícula industrial de 1931, aparecía entre las empresas de la localidad la industria de géneros de punto de José Casado Martínez, que vendía sus prendas a ciudades como Madrid y Barcelona y era de las empresas que generaba más empleo en la época. Su fama, como se recogía en alguna publicación local, llegaba lejos de Baena. La revista Baena y sus fiestas, con motivo de la feria de 1931, hacía una pequeña descripción de la misma y de su importancia: “Nuestro buen amigo Pepe Casado cambió la poesía de la juventud por la prosa de la vida. ¡Ya no hace versos! En vez de encargarle unas coplillas, pasarle mejor una nota de chalecos de fantasía, de jerseys coquetones o aunque sea de vulgares camisetas. Él ha montado una fábrica de punto, donde da colocación a muchas nenas. Tiene unas magníficas galerías de telares donde laboran las huríes del señor Mahoma. Aquello es un paraíso, pero un paraíso que mete mucho ruido. Por el ruido más bien parece un infierno. Es una industria montada a la última. Revela su genio organizador y dice bien de nuestra ciudad tan reacia a estas innovaciones industriales. Pero nuestro buen amigo don José Casado Martínez, dueño de esta importantísima manufactura, tiene un defectillo. ¡Quién no los tiene! Y es que se da mucha importancia... como fabricante se entiende. Es natural. El hombre tiene vendida la producción toda y si queréis comprarle algo hay que guardar cola. Es lo que él se dirá. ¡Suerte que tie uno!”.
En ese año existían ocho tiendas de comercio de tejidos y venta de camas metálicas. La fábrica de José Casado Martínez es el principal antecedente del textil baenense que impulsó Salvador Muñoz en los años sesenta con la creación de la Scafa. El proyecto empresarial de José Casado Martínez no sobrevivió. Habría que esperar tres décadas para que resurgiera el textil en Baena. Entonces se creó la cooperativa Scafa, que surgió el 22 de septiembre de 1966 en unos años en los que emigraban decenas de personas cada año. Era la primera gran empresa social que surgía en Baena. Veinte cooperativistas, entre los que había solo tres hombres, emprendían una desconocida esperiencia laboral. Su trabajo constante, la calidad de los productos elaborados y la competitividad consolidaron pronto a Scafa, lo que llevó a Salvador Muñoz a impulsar Scoinc en 1976 o, incluso, a tratar de crear otra cooperativa para el paro masculino en Baena que, finalmente, no cuajó.

martes, 13 de septiembre de 2011




El aceite de oliva y las enseñanzas de la Córdoba califal

FRANCISCO EXPÓSITO.
El riesgo de morir por un proceso coronario es tres o cuatro veces inferior en nuestro país al que tienen los países anglosajones. Esta afirmación del doctor Francisco Pérez Jiménez la relaciona con la dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, capaz de reducir el colesterol LDL (malo) y aumentar el HDL (bueno), controlar la diabetes y facilitar una mayor resistencia a la oxidación en las lipoproteínas plasmáticas. Lo que es cada vez más aceptado por la comunidad médica tiene sus precedentes en las investigaciones de los científicos de la Córdoba califal hace diez siglos. “Todas las enfermedades que sufre el hombre, o al menos la gran mayoría, son consecuencia de una alimentación deficiente o desmesurada”. Son palabras de Maimónides, médico cordobés que en el siglo XII recomendó en su testamento a sus hijos que aborrecieran los alimentos perjudiciales “como aborrece una persona a quien quiere asesinarla”. La fama de científicos como Maimónides, Averroes o Abulcasis se extendió rápidamente, lo que hizo que a Córdoba, centro de la medicina europea, vinieran caudillos y nobles de otros reinos. Abulcasis escribió entonces: “Los mejores aceites son aquellos que tienen un aroma, un perfume y un gusto agradable y están exentos de acritud y acidez”. El consumo de aceite de oliva se popularizó, precisamente, a partir de la civilización musulmana. Hasta entonces era un artículo de lujo que sólo estaba al alcance de mesas privilegiadas. Entre los siglos XI y XIV se extendió el desarrollo tecnológico agrícola y mejoraron las técnicas de producción de aceite de oliva. “Andalucía, plantada de olivos siempre verdes y tan espesos que sus ramas están entrelazadas de modo que el sol apenas puede filtrar sus rayos a través de ellas”, señalaba Ibn Galib en el siglo XII.
Los valores nutricionales del aceite de oliva fueron avanzados por los médicos califales, algunos de los cuales se han demostrado en los últimos años. Averroes, en su ‘Tratado Universal de la Medicina’, aseguraba que “cuando el aceite procede de aceitunas maduras y sanas y sus propiedades no han sido alteradas artificialmente, puede ser asimilado perfectamente por la constitución humana”. Incluso, Averroes consideró que dos personas que lleven una vida sana pareja en todos sus hábitos no implica que las dos estén sanas, sino que es posible que una de ellas esté enferma y muera. Según Pérez Jiménez se ha constatado recientemente que los genes predisponen que con una misma dieta distintas personas modifiquen su tasa de colesterol.
Maimónides advirtió también de los males de una alimentación rica en grasa animal: “Las grasas de las entrañas de los animales son demasiadas nutritivas y producen una sangre fría y espesa”. “Hoy conocemos –dice Pérez Jiménez- que la sangre espesa es sinónimo de viscosidad, de mayor contenido graso y una mayor tendencia a coagular y formar trombosis vascular”.
Los efectos dilatadores en las arterias que provoca el aceite de oliva, descubiertos hace pocos años, fueron ya anunciados por Abulcasis en el siglo X: “Las potencias del aceite de laurel –en cuya composición entra el aceite de oliva- son el que da calor y suavidad, abre la boca de los vasos y relaja los órganos”.

martes, 6 de septiembre de 2011



Iglesia de Santa María la Mayor, tras la guerra civil.
El colapso de la cultura en Baena

FRANCISCO EXPÓSITO
La Guerra Civil no sólo hay que analizarla por sus efectos dramáticos en las personas, sino también por las consecuencias que originó el golpe de estado militar en el patrimonio cultural y religioso de Baena. Todavía se ha estudiado muy poco sobre los efectos del levantamiento en la cultura baenense, pese a que pudo tener una influencia equiparable a las consecuencias de la expulsión de los judíos y los moriscos en el siglo XV y XVII. Baena se encontraba durante la II República en el periodo de mayor población de su historia, aunque las diferencias sociales eran significativas. El movimiento cultural era importante si se tiene en cuenta la proliferación de periódicos que aparecieron entre 1931 y 1936, el funcionamiento de dos teatros o la influencia en intelectuales de la talla de Fernando Vázquez Ocaña, el carpintero que llegó a ser portavoz del Gobierno de España; pero también otros como el economista y periodista Antonio Bermúdez Cañete, promotor del homenaje a Amador de los Ríos y colaborador en la creación del Ateneo de Baena; Daniel Aguilera Camacho, propietario y director de El Defensor de Córdoba; Manuel Piedrahita Ruiz o Antonio de los Ríos. Todos sufrieron las consecuencias de la guerra civil y dos de ellos fueron asesinados, mientras que Vázquez Ocaña tuvo que exiliarse, Daniel Aguilera dejó de publicar El Defensor de Córdoba y Antonio de los Ríos se marchó de Baena y se apagaron sus inquietudes culturales y políticas. Todas las iglesias, salvo la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, se vieron afectadas por el conflicto. El impacto en la Semana Santa tampoco fue menor, ya que suspendió procesiones durante varios años de la II República y sufrió la pérdida de algunos de sus principales dirigentes o desaparecieron algunas imágenes religiosas de gran valor del siglo XVIII. La Semana Santa perdió a algunos de sus principales dirigentes. El patrimonio imaginero acusó una gran destrucción, sobre todo en la cofradía del Jueves Santo, pero también con los daños que sufrieron iglesias como las de Madre de Dios, Santa María la Mayor, Espíritu Santo, Santa Marina y San Bartolomé. Desaparecieron las imágenes de la Virgen de las Angustias (San Bartolomé), Jesús del Prendimiento, Cristo de la Humildad, San Pedro y Virgen de los Dolores (Santa Marina). Jesús Nazareno no sufrió ningún daño, aunque se hicieron once disparos al camarín. Los cultos externos se suspendieron durante los años 1932, 1933, 1936 y 1937 y en 1935 sólo salieron algunas procesiones.
    El alzamiento nacional supuso una ruptura con la cultura durante varias décadas. Hasta la creación de la asociación de los Amigos del Arte, una isla entre tanto silencio obligado, fueron escasas las propuestas culturales. Todo el movimiento societario desapareció con el golpe de estado. Durante la segunda república las dos principales sociedades eran el Casino de Baena y el Ateneo Popular. Esta último había surgido para impulsar la cultura entre la clase obrera. En Baena también existía otra asociación, el Centro Obrero, con locales para celebrar reuniones. Otras organizaciones surgidas fueron el Casino Republicano Radical Socialista (julio de 1931), la Sociedad de Obreros Agrícolas, la Sociedad de Albañiles y Similares o la Sociedad de Obreros Panaderos, entre otras. También funcionaba La Peña, sociedad recreativa que en agosto de 1931 nombró administrador único a José Gan Roldán y durante la II República también tenían actividad la Sociedad Lebrato o el Club Galguero. También hay que destacar la actividad de la Agrupación Artística Talía, dirigida por Ramón de Prado Santaella, víctima también de la lamentable represión del asilo.
En Baena sólo había escuelas nacionales en los primeros años republicanos, aunque existían buenos maestros que impartían, fuera de su horario lectivo, clases de segunda enseñanza a algunos alumnos. Entre estos se encontraba Manuel Rodríguez Zamora, padre de José Javier Rodríguez Alcaide. En 1935 se creó la academia de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada inicialmente en la calle Amador de los Ríos y después en Mesones, 12. Su director era Francisco Eguílaz Castillejo. La entidad realizó una gran labor, aunque su actividad fuera breve por el golpe militar.
    En estos años había dos teatros. El Teatro Liceo, que desapareció en 1933, fue derribado “por razones de salubridad y por atentar, con su fealdad, a uno de los lugares céntricos de la población”. En la calle Alta, número 11, se encontraba el Teatro Principal. Además, hay que unir el Cinema Cervantes. En 1932 Baena tenía plaza de toros, situada en la Cruz del Segador, donde se ubica el silo de trigo, hoy almacén municipal. Incluso, había una escuela taurina dirigida por Manuel García, Esparterito.
    A partir de 1933 se crea la biblioteca municipal, bajo el mandato de Antonio de los Ríos Urbano. Una persona cedió al ayuntamiento 1.400 ejemplares a cambio de que se nombrara como director a la persona que él indicara. El Ayuntamiento aceptó el ofrecimiento y la sociedad dispuso de biblioteca desde entonces. Se ubicó en un inmueble contiguo al casino, en lo que hoy es la entrada del Teatro Liceo, aunque los malos olores que llegaban de la plaza de abastos provocaban el descontento de los que acudían. También había banda municipal de música, dirigida por Marino Díaz Díaz.

Las pérdidas en el patrimonio religioso
La mayoría de los daños que sufrió el patrimonio religioso baenense se registraron en los diez días posteriores al golpe de estado militar. Salvo la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, todas se vieron afectadas en los días sucesivos al 18 de julio. La memoria de los trabajos efectuados por la Subcomisión de la Junta conservadora del Tesoro Artístico y por la Junta de Cultura Histórica y del Tesoro Artístico de Córdoba entre el 7 septiembre de 1936 y el 23 abril de 1938 analiza las consecuencias de la guerra en el patrimonio religioso baenense.
    La iglesia del hospital de Jesús Nazareno fue incendiada el 28 de julio y quedó casi totalmente destruida. Desapareció el retablo gótico y las imágenes de Jesús Nazareno, San José y la Milagrosa, del altar mayor; la de Nuestra Señora del Carmen, de vestir; con su altar; las de la Virgen de los Dolores, Jesús del Prendimiento, San Juan, San Pedro y Jesús de la Humildad y la de San Vicente de Paúl, también con su altar y retablo.
    El convento de Madre de Dios fue incendiado el 24 de julio, viéndose muy afectado por las llamas. La iglesia fue la zona que se vio menos perjudicada, ya que se conservó “su artesonado, la sillería, el facistol, un retablo, un Cristo Crucificado en talla y hasta catorce pinturas en lienzo. En el presbiterio se conservan la mesa de altar y el manifestador, éste destrozado, y su espléndido retablo cuyas cinco divisiones o paños comprenden un total de sesenta y cinco cuadros: 3 pintados en tabla, 46 en cobre y 16 en lienzo, de ellos dos grandes atribuidos a Bassano”.
    La parroquia de Santa María la Mayor fue incendiada el 23 de julio. La iglesia quedó casi devastada. Entre las pérdidas se encontraba un magnífico retablo atribuido a Alonso de Berruguete, que se encontraba en la capilla de los Santos Varones. Desaparecieron también todos los libros sacramentales y documentos de su archivo y los retratos de los Duques, que fueron realizados por Goya. El informe es completado por Antonio Ramos Asensio, que destaca la pérdida de los retratos de los Duques, pero también los daños sufridos por la Virgen de la Antigua. “A nuestro juicio la pieza más interesante de cuanto se conservaba en Baena es Virgen de piedra, que ha sido atrozmente golpeada, pero que por fortuna puede reconstruirse. Es posiblemente la primera titular de esta parroquia, y su época hacia la mitad del siglo 14. No se encuentran ni las cenizas de lo que fue la buena sillería del coro con sus 25 sitiales y su gran órgano todo en nogal que aunque terminado hacia 1780 era de un barroco anterior”.
    La parroquia de San Bartolomé sufrió las consecuencias del fuego entre el 22 y el 23 de julio. Casi todos sus altares fueron destrozados, junto a retablos e imágenes. La imagen de San Bartolomé, que se encontraba en el altar mayor, fue quemada. También ardieron el altar, retablo e imagen de San Antonio, el altar de San Juan Bautista, otro altar, sobre cuyo incendiado retablo hay un busto de San Antonio en relieve; y el altar y retablo de la capilla de Santa Ana, constituido éste por un lienzo, en parte destrozado, que representa a Santa Ana y San Joaquín. “En la nave del Evangelio se conserva el altar y el retablo, sin imágenes, de la capilla de San Juan Bautista y San Lorenzo; ha sido destrozado el altar; retablo e imagen de la Virgen de las Angustias; también han sido destruidos uno de los retablos y las imágenes de la Purísima, Corazón de Jesús y San José de los tres altares que existen en la capilla del Sagrario; y de la del Bautismo, un retablo con las de Cristo en la cruz, la Virgen y san Juan, conservándose otro con la escultura de la Asunción, que tiene destrozados el rostro y las manos, y un tríptico en tabla sobre la pila bautismal. La sillería del coro fue también destruida por el fuego. Se han salvado el órgano, tres buenas pinturas en tabla, que hoy se custodian en el Ayuntamiento, y gran número de cuadros en lienzo pendientes de los muros de la iglesia y de la sacristía. Esta quedó totalmente arruinada, y los libros y documentos de su Archivo fueron asimismo pasto de las llamas”.
    También ardió el colegio del Espíritu Santo, quedando sólo las paredes de su iglesia, un templo que se creó sobre el año 1670, con abundantes yesos barrocos. Además, desaparecieron 4 altares barrocos y algunas esculturas de fines del siglo XVII.

El periodismo baenense en la Segunda República
Hasta siete periódicos se publicarán entre 1930 y 1936, llegando a coincidir tres (La Defensa, Todos y Hoy) en 1931. Se puede hablar de que el periodo republicano es la edad de oro de la prensa en Baena, aunque estuviera sometida durante la Segunda República al control de la censura y esto provocara retrasos en la salida de los ejemplares en algunas ocasiones. Junto al número de ejemplares hay que unir también la importancia que adquirieron algunos periodistas baenenses no solo en la prensa local, sino también en la provincial y nacional. Mientras que Antonio de los Ríos, director La Defensa, llegó a ser alcalde de la localidad y corresponsal de varios periódicos provinciales, Daniel Aguilera Camacho fue el director y propietario de El Defensor de Córdoba. A estos hay que unir también Manuel Piedrahita Ruiz, director en varios medios provinciales y del local Nuevas. Sin duda, los dos profesionales más destacados del periodo y de la historia del periodismo local (al que hay que unir ahora Manuel Piedrahita Toro) son Fernando Vázquez Ocaña y Antonio Bermúdez Cañete.

martes, 23 de agosto de 2011


Bermúdez Cañete, el baenense que cuestionó a Keynes

Hace ahora 75 años, el 21 de agosto de 1936, era asesinado el periodista, economista y político baenense Antonio Bermúdez Cañete. Su trayectoria, que no escapa de la polémica, es la de uno de los principales intelectuales cordobeses de la primera  mitad del siglo XX. Bermúdez Cañete se convirtió en el primer responsable de la sección de economía del diario El Debate y llegó a cuestionar las doctrinas de Keynes, al que entrevistó para el periódico madrileño en junio de 1930, o el régimen nazi, siendo expulsado de la Alemania hitleriana. Tampoco escaparon de sus críticas las clases acomodadas de la Andalucía rural. Bermúdez Cañete se convirtió en un firme defensor del turismo como fuente de desarrollo.

FRANCISCO EXPÓSITO.
La trayectoria del periodista, economista y político baenense Antonio Bermúdez Cañete ha quedado olvidada durante setenta años, a pesar de que algunas de sus ideas tienen plena vigencia, sobre todo cuando se analiza la visión del aceite que tenía en los años treinta o su defensa del turismo como sector clave para España. La biografía de Antonio Bermúdez Cañete (Baena, 1898-Madrid, 1936) estuvo marcada por el inconformismo vital que le llevó a buscar soluciones a la diferenciación social que existía en Andalucía, analizó la historia económica española tras una profunda preparación en la doctrina financiera en países como Alemania o Inglaterra, ejerció como periodista en la Alemania nazi (de donde fue expulsado por sus críticas a Hitler), estuvo en la guerra italoabisinia y dirigió la sección económica de El Debate. Vinculado a los movimientos iniciales de la JONS, fue elegido diputado por la CEDA en 1936 y en agosto fue asesinado.
     Esa convulsa trayectoria vital estuvo marcada por sus profundas ansias de conocimiento tras nacer en una familia acomodada de Baena y, pronto, comenzar a cuestionar el sistema clasista que provocaba que los propietarios fueran cada vez más ricos y los trabajadores se hundieran en la miseria. En una breve biografía fechada en 1930 reconoce, en tercera persona, que "a los 14 o 15 años de edad, impresionado por el problema social agrario de aquella tierra y la pobreza de muchos de sus habitantes, se decidió a dedicar su vida a estudios de Economía que pudiesen proporcionar un medio para tratar de solucionar aquellos problemas".
     Varias fueron las preocupaciones de Bermúdez Cañete cuando analiza la situación económica, aunque destacan sus aportaciones sobre el turismo y el aceite. Creía en las posibilidades de Andalucía, aunque criticaba la estructuración social. "Andalucía --aseguraba-- es el país económicamente completo (...). El subsuelo, menos aluminio, de todo posee, y el suelo es tan rico que su abundancia constituye un tópico universal: produce trigo que le sobra, aceite que la enriquece, frutos que le dan fama y vinos que la hacen tierra de leyenda. La cañaduz se mezcla con la remolacha; el algodón con el cáñamo, el plátano con el manzano. Tiene nieve y sol, lluvia y sequía. Si la aislasen del resto del mundo viviría como si tal cosa (...). Me diréis que escasea la industria. Pero como sus habitantes no son lerdos, podrían crear lo que les faltase".
     Lejos queda la visión que, cuatro años antes (en 1927), Ortega y Gasset mostraba de los andaluces: "Se dice pronto holgazanería, aunque es una palabra bastante larga. Pero el andaluz lleva unos cuatro mil años de holgazanería, y no le va mal. En vez de afrontar el hecho con pedante ademán de maestro de escuela y atribuir a este pueblo viejísimo la nota de pereza como una calificación escolar, mejor será que abramos bien los ojos y agucemos la mente a fin de entenderlo".
     Bermúdez Cañete lamentaba la situación en la que se encontraba el olivar, criticaba la organización que presentaba y la falta de formación de los dirigentes de las empresas agrarias. Tampoco consideraba válido el sistema cooperativo existente: "En España, y para la organización cooperativa del comercio del aceite, tropezamos, además, con una dificultad casi insuperable. La existencia de directores aptos. Los beneméritos actuales directores del movimiento son los primeros que carecen de la preparación adecuada comercial. En reducidas proporciones, y para organizar la venta directa al consumidor, sí serían, sin embargo, viables".
     El periodista baenense no era muy optimista con el futuro del sector del aceite de oliva, tanto por los altos costos de producción, como por la organización defectuosa de los productos y la falta de preparación técnica de los comerciales y exportadores. Para evitar la bajada del precio del aceite de oliva proponía disminuir la oferta, aumentar el consumo o promover ambas vías a la vez. Eso sí, consideraba que para vender más aceite en el exterior la publicidad debería jugar un protagonismo importante y llegaba a sugerir, en el caso de los mercados anglosajones, que se adaptara el gusto del aceite español a lo que demandaban estos potenciales consumidores. Además, calificaba de inapropiada organización de la agricultura andaluza, con elevadas tasas de paro y con una importante capitalización de la tierra. Por eso, llegó a proponer una reforma agraria en la que la propiedad de la tierra pasara al Estado y éste la cediese al campesino por una renta o canon anual.
     En 1930, con motivo de una entrevista a Keynes en junio de 1930, cuestionó el optimismo economicista del intelectual inglés y se entabló una agria polémica entre el periódico El Debate y El Sol, a propósito de la visita que hizo a Madrid. En los últimos párrafos de la entrevista que hizo Bermúdez Cañete se recoge la visión que tenía la familia Keynes de España: "Es la hora de la cena inglesa. Me pongo de pie, mientras al preguntarle ritualmente por su opinión de España, la Sra. de Keynes, subrayando la admiración de su marido por nuestra patria y por Madrid (donde estará aún dos o tres días), agrega en correcto y cadencioso castellano: sí, España es un país ideal. El Museo del Prado, con sus Grecos, es único; Toledo es admirable y El Escorial una maravilla. Otras veces, he estado en Andalucía. Me gusta mucho con sus flores y sus ciudades; pero... y aquí pasa al inglés, para dar más fuerza a su pensamiento —prefiero a Castilla. La pobre España, que para comer ha de trabajar con ingenio y habilidad...". La entrevista finaliza con la siguiente reflexión del periodista baenense: "Lleva razón. Me despido. Y al ir a tomar el automóvil extranjero, el viejo pensamiento vuelve a mi: “todos lo decimos: Técnica y Economía es lo que nos hace falta”. ¿Por qué no lo haremos?".

EL TURISMO
Bermúdez Cañete veía el turismo como un instrumento importante para reducir el déficit comercial español, para lo que sugería una industrialización del sector. Entre las medidas que proponía para su mejora se encontraba una modernización de los ferrocarriles y del servicio que se prestaba, con la compra anticipada del billete, pero también con el establecimiento del "cheque de viaje" que permitiera el transporte del dinero a los turistas. Bermúdez Cañete insistía también en el incremento de la propaganda para dar a conocer los valores turísticos, el desarrollo de mejores establecimientos de alojamiento para los turistas o la conservación de los tesoros artísticos de España. "Propaganda múltiple, que será eficaz, que nos traerá ricos de todo el mundo, que es lo que nos hace falta... Hagamos de nuestra España un lugar de moda. ¿Que la moda es estúpida? Mejor; una razón más para explotarla", escribía en 1926. Asimismo, defendía las peculiaridades de la España profunda: "Cada pueblo debe tener sus trajes y sus costumbres típicas, que no pueden ser motivo de vergüenza".
     Y si el turismo era importante para Bermúdez Cañete, no menos la industria, sector que pensaba que debía ser el futuro de España: "Estamos convencidos, que la exportación de aceite, vino, naranjas y materias primas para variados sectores de la industria, etc., no basta para cubrir la importación de productos manufacturados, que corresponde a un país culto y moderno como es España. Aun cuando poseyera España muchas mejores condiciones para el cultivo, no bastarían sus exportaciones, porque no podría resistir la competencia de países menos poblados en los que las tierras y, por tanto, los productos serían más baratos". Por eso instaba a una explotación y transformación de los yacimientos minerales, mejorar la técnica utilizada, fomentar la investigación en la Universidad y proteger en los primeros momentos esa industria que estaba surgiendo. En aquellos convulsos años treinta, defendía la primacía económica sobre la política: "El problema de España no está en la libertad teórica que concede esta o aquella constitución, ni en la perfección puramente formal de un régimen, sino en el desarrollo económico que aumente el mísero nivel de vida de los españoles y en la educación individual y colectiva que nos haga más aptos para un régimen democrático y de libertad".

viernes, 12 de agosto de 2011


Las siete maravillas de Córdoba (II)

FRANCISCO EXPÓSITO. AGOSTO 2011.
Cualquier clasificación invita a diferenciar entre las festividades de interés turístico que tienen un origen religioso de otras que se vinculan a lo profano. Entre las primeras se encuentran los actos que se celebran en la Cuaresma. Los municipios de Cabra y Baena son los únicos en los que la Semana Santa está reconocida como fiesta de interés turístico nacional, aunque Puente Genil merece tal distinción por su peculiaridad y tradición. Si en Puente Genil destacan sus centenares de figuras bíblicas, en Cabra resalta su valioso patrimonio y tradición cofrade. En Baena asume el protagonismo las hermandades que tocan el tambor, destacando las dos turbas de judíos (coliblancos y colinegros) y las representaciones bíblicas. A estos tres municipios hay que unir una decena que tienen la declaración turística de Andalucía, entre los que se encuentran Córdoba, Priego, La Rambla, Montilla o La Rambla. Entre las fiestas de origen profano hay que destacar el festival de los patios de Córdoba,  de interés turístico nacional y patrimonio universal del mes de mayo. La celebración recupera el protagonismo de la típica casa andaluza, que hunde raíces en la Córdoba romana y musulmana.

EL CASTILLO MÁS IMPONENTE
El tiempo ha conservado algunas destacadas fortalezas de la provincia, mientras que ha derruido almena tras almena otros baluartes defensivos cuando en el siglo XIX y en el XX se utilizaron sus centenarias piedras como material de construcción para edificios civiles como almazaras. El perfil impresionante del castillo de Belalcázar, con su imponente torre del homenaje, ha quedado casi reducida a fachada por el deterioro que ha sufrido. Hace unos años fue elegido el monumento más representativo de Los Pedroches. José Manuel Cuenca Toribio y Joaquín Criado lo seleccionan como el más importante.
El camino de hierro del tren de alta velocidad permite observar en lo más elevado de un monte el perfil de uno de los que mejor se conservan, el castillo de Almodóvar. Sin embargo, para Mercedes Valverde, coautora de uno de los libros más completos sobre fortalezas de la provincia, tiene una especial significación el situado en Montemayor. “Es el menos restaurado y uno de los que más destacaría”, asegura.

EL CASCO HISTÓRICO
La provincia presenta algunos cascos históricos que han logrado conservar su esencia centenaria, como sucede con la localidad de Priego, cuna del barroco cordobés y un despliegue monumental en sus barriadas más tradicionales. La plaza ochavada de Aguilar mantiene su encanto constructivo, al igual que el casco antiguo de Montoro. Bellas imágenes se despliegan desde Iznájar, que convive con el mayor embalse de Andalucía. Sin embargo, cuando se cuestiona sobre el casco histórico de mayor atractivo no hay dudas. Reconocido como patrimonio de la humanidad por la Unesco, el conjunto monumental de Córdoba atrae cada año a miles de turistas ansiosos de conocer el entramado de callejuelas de la Judería, el lugar de encuentro de civilizaciones y religiones. “Amalgama de culturas varias y de estilos diferentes, síntesis de la larga historia de la ciudad, en el que cada periodo histórico ha dejado su impronta y le ha transferido su espíritu. Es un casco histórico vivo, con alma, cuya vida tenemos la bonita y honrosa obligación de conservar por los siglos de los siglos”, afirma Joaquín Criado. En la conservación incide también Cuenca Toribio. “Tengo la esperanza de que haya una auténtica política de conservación. Para mí es una de las maravillas del mundo, a pesar de su gran deterioro”, indica. Otro lugar de Córdoba, la Plaza del Potro, es para Mercedes Valverde el lugar de más encanto: “Es ilógico que no se declarase como patrimonio de la humanidad esta plaza del siglo XV”.

EL MONUMENTO NATURAL
Tres parques naturales (Cardeña-Montoro, Sierras Subbéticas y Hornachuelos), una reserva de la biosfera (Dehesas de Sierra Morena), humedales con la máxima distinción internacional (Lagunas del Sur de Córdoba) y dos monumentos naturales (Cueva de los Murciélagos y Sotos de la Albolafia) son algunos de los parajes protegidos por su riqueza ambiental, núcleos de especies emblemáticas como el lince ibérico, el lobo o el águila imperial.
Rafael Arenas es biólogo y jefe de servicio de la Consejería de Medio Ambiente en Córdoba. Para Arenas hay un espacio en la zona occidental de Sierra Morena que tiene un atractivo especial. Se trata de la Sierra de los Santos (Hornachuelos), “el área natural que mayor futuro tiene para la conservación de la biodiversidad”. El rasgo principal es la ausencia de elementos antrópicos (poblaciones, carreteras y líneas eléctricas) y una densidad de población muy baja. Como reconoce Arenas, en este paraje se localiza la mayoría de las parejas de águila real, perdicera, buitre leonado, buitre negro y cigüeña negra. “También se encuentran un tercio de las parejas reproductoras de águila imperial, y se esconde el único núcleo de lobo”, indica.
A menos de 20 kilómetros de Córdoba está una de las manchas de bosque mediterráneo mejor conservadas, la zona del Bajo Guadiato. Joaquín Reina, portavoz de Ecologistas en Acción, selecciona este paraje que se enmarca entre los términos de Villaviciosa, Hornachuelos y Córdoba y que reúne vegetación y fauna de gran riqueza ambiental, con lugares conocidos como los Baños de Popea, el arroyo del Molino, Guadanuño o Los Arenales. “Es una de las joyas de la naturaleza de Córdoba por su vegetación, situación estratégica y por la fauna existente. Las mejores manchas de monte mediterráneo de Andalucía están aquí”, indica.

miércoles, 10 de agosto de 2011


Las siete maravillas de Córdoba (I)

La historia deja huellas que abren puertas para revivir el pasado de una ciudad, lugar de encuentro de civilizaciones, cruce de caminos de íberos, romanos y musulmanes.

FRANCISCO EXPÓSITO. AGOSTO 2011
Córdoba y su provincia atesoran un patrimonio histórico, cultural y natural que ha sido reconocido por la Unesco, por los miles de turistas que descubren sus monumentos o por los investigadores que muchas centurias después tratan de encontrar respuestas a incertidumbres de cordobeses universales. El objetivo de las próximas líneas es presentar algunas de las maravillas que, por tenerlas tan cerca, pasan desapercibidas. Académicos e investigadores seleccionan cuál es el personaje más influyente de la historia de Córdoba, el edificio religioso que ningún visitante debería dejar de conocer, el monumento natural de más interés, la celebración festiva que nadie se debe perder, el casco histórico con más encanto, el libro publicado por un autor cordobés que todos deberían haber leído o el mejor castillo del amplio territorio provincial.

EL PERSONAJE MÁS INFLUYENTE
El paso de las culturas descubre biografías de cordobeses universales que protagonizan libros, reflexiones y mucho debate academicista. Por eso no resulta extraño la multiplicidad de opiniones cuando a un especialista se le pregunta: ¿Cuál es el personaje más influyente de la historia de Córdoba? Surgirán entonces nombres como Séneca, Maimónides, Averroes, Abderramán III, El Gran Capitán, Luis de Góngora o Niceto Alcalá Zamora.
José Manuel Cuenca Toribio, autor de la Historia General de Andalucía, investigador y catedrático emérito de la Universidad de Córdoba, destaca a dos escritores y a un gobernante. “Me partiría el alma entre Góngora y Juan Valera. Góngora es el mayor genio de la poesía española y Valera es el más cosmopolita de los cordobeses y uno de los mayores aperturistas de la España de los dos últimos siglos”, asegura Cuenca Toribio, que también tiene entre los cordobeses ilustres a Abderramán III, “un genio del poder, una de las personas que tuvo mayor capacidad y sentido del poder”.
Joaquín Criado es el director de la Real Academia de Córdoba. Como Cuenca Toribio, considera que Góngora debe figurar en cualquier selección. Así, piensa que la influencia de Góngora “está patente en infinidad de escritores en lengua castellana o española en los últimos 350 años”. Junto a éste, el otro personaje debería ser Séneca, “pensador de talla universal, que ha influido en filósofos y moralistas de todo el mundo en los últimos dos mil años”.
El profesor Joaquín Mellado, ex decano de la Facultad de Filosofía y Letras, marca diferencias, pero también relaciones, entre la cultura romana y musulmana cuando analiza la cuestión. Entre los cordobeses romanos selecciona a Séneca, por el impacto que tuvo su pensamiento en los siglos posteriores, mientras que en el Califato considera que hay que situar a Abderramán III, gobernante durante el que se produjo la eclosión de Córdoba.

EL MONUMENTO RELIGIOSO
Como sucede para los miles de visitantes que llegan a Córdoba, la Mezquita es considerada por los especialistas el principal atractivo, pero también uno de los más importantes de nuestro país, no sólo por la innovación que supuso en el arte musulmán, sino también porque integró el arte bizantino y fue modelo para posteriores construcciones. La directora de los museos municipales de Córdoba, Mercedes Valverde, no duda en resaltar su importancia: “Debemos considerarla como una de las siete maravillas del mundo”, asegura. “La Mezquita es el lugar donde el misterio de la divinidad se siente más fuerte”, afirma Cuenca Toribio.
El profesor Joaquín Mellado considera que la construcción de la Mezquita demostró la superioridad cultural de Córdoba en aquella época y establece una línea de conexión entre la civilización romana y musulmana. “Cuando triunfan los musulmanes, son conscientes de su superioridad cultural en el momento de edificar la primera mezquita. Para ello, sitúan en lugar de privilegio las columnas romanas en la Mezquita. Dignifican su monumento y lo engalanan con lo que consideran más digno”, precisa. Tampoco tiene dudas el director de la Academia: “La Mezquita-Catedral es un monumento único en el mundo, fruto de una colaboración necesaria y aceptada de tres civilizaciones o tres culturas para su construcción inicial”.
El recorrido del visitante no debe detenerse sólo en la Mezquita, también ha de haber tiempo para recorrer la Sinagoga judía, Medina Azahara o algunos de los templos barrocos de Priego, como la iglesia mayor de la Asunción, o la Catedral de la Sierra, situada en Hinojosa del Duque.

UN LIBRO UNIVERSAL
“La naturaleza me ordena ser útil a los hombres; sean esclavos o libres, de padres libres o libertos, de libertad legal o dada entre amigos. ¿Qué importa? Dondequiera que haya un hombre, allí hay lugar para un beneficio”. Séneca disertaba en el primer siglo de nuestra era sobre el arte de dar en su libro De vita beata (Sobre la felicidad), considerado por Ramón Román Alcalá, profesor titular de Filosofía en la Universidad de Córdoba, como la publicación que todo cordobés debería haber leído. El especialista en filosofía helenística piensa que siempre hay que hablar de dos o tres pensadores cordobeses, entre los que se encuentran Maimónides, Averroes y Séneca. Sin embargo, para Román Alcalá hay que resaltar De vita beata entre los grandes libros de todos los tiempos, junto con De la brevedad de la vida, también de Séneca. “Sobre la felicidad presenta un interés múltiple. Séneca es el primer autor que empieza a tratar temas actuales como la felicidad, la melancolía, la tristeza o la depresión. Aborda cuestiones de gran actualidad”, explica el profesor.
Los especialistas consultados no coinciden cuando tratan de seleccionar la publicación más relevante. Joaquín Criado señala Pepita Jiménez, de Juan Valera, pues considera que es “una de las mejores novelas psicológicas y costumbristas de todos los tiempos”. José Manuel Cuenca Toribio cita Historia de las agitaciones andaluzas, de Juan Díaz del Moral, y para Mercedes Valverde tiene un lugar especial en su biblioteca Paseos por Córdoba, de Ramírez de Arellano (continúa).