La rivalidad del judío de Baena
FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Baenenses del siglo XIX y del siglo XX fueron los
protagonistas de una historia que ha convertido la Semana Santa en una original
celebración heredera de la tradición barroca perseguida por la jerarquía eclesiástica. Sus
orígenes no se pueden comprender si no se dan por hecho recuerdos o tradiciones
como datos históricos que permitan superar los inicios inciertos de la figura
del judío y así comenzar a andar en el decurso histórico de este peculiar
personaje. Siempre partimos de las dudas, nunca de la certeza. Siempre
iniciamos las disquisiciones con ideas borrosas ante la ausencia del material
escrito. Sin embargo, de no ser así, la historia del judío de Baena también
perdería el misterio que desde décadas ha envuelto su existencia, pero también que
ha significado ruptura de tradiciones y de costumbres impuestas. Mucho se ha
escrito desde el siglo XX para tratar de encontrar justificaciones a un hecho
consolidado que desconoce la respuesta a dos preguntas que siempre adentran en la hipótesis de la idea: ¿por qué el judío moderno, el que conocemos
hoy, sustituyó al viejo personaje burlesco que se extendía por una amplia
geografía de la Semana Santa
decimonónica de Andalucía? ¿por qué en Baena se consolidó y no sucedió lo mismo
en el resto de los pueblos semanasanteros?
Es difícil continuar sin respuestas claras a estas preguntas,
pues los hechos que sí se han podido constatar llevan a dos fechas que
cierran las dudas en un periodo determinado, en un antes y un después que fija
la existencia del judío antiguo y la inexistencia del judío moderno, y en otra
que define al judío, al margen de divisiones entre coliblancos y colinegros,
con una indumentaria que ha llegado a nuestros días, aunque el tambor, y sí la
lanza, todavía no se había generalizado.
Todo lo demás son ideas que han surgido de manera prolífica
durante muchas décadas, con más o menos acierto, que se han ido modificando a
medida que se fueron dando por buenas unas hipótesis y se descartaron otras,
que recurrieron al recuerdo de los más mayores ante la ausencia de la fuente
escrita y rodearon de cierto halo de incertidumbre al concepto. Y es que ésta
ha sido una de las grandes carencias con la que los investigadores de la Semana Santa de Baena se han
encontrado, lo que dio lugar a muchas líneas que llegaron a la leyenda y se
dieron por buenas. Por estas contradicciones que han ido apareciendo
con el paso del tiempo sólo nos acercaremos al judío dejando siempre la duda en
el escrito, pues toda la historia de los comienzos de esta figura puede venirse
abajo con la aparición del documento que permitiera acabar con tantas
dudas.
Mientras no suceda lo contrario, hablaremos de que en 1804 se
descubrió un testamento en el que por primera vez se habla de la turba de
judíos (de Jesús Nazareno), que en 1819 se dictaron normas del vicario Diego
Henares en las que se prohibían que los judíos cubiertos con rostrillos
desfilaran en la Semana
Santa y, que, por lo tanto, aún no se conocía el judío
moderno. En los años cuarenta del siglo XIX se constatará la existencia de
varias cuadrillas de judíos en las distintas cofradías o su colocación después
de los evangelistas en el Viernes Santo por la mañana, según aparece en el
Sermón del Paraíso copiado por José María López Arriero en 1857. Sin embargo,
habría que esperar hasta 1895 para saber cómo vestían estos nuevos judíos. Los
estatutos de las cofradías del Santo Cristo de la Sangre y de la
Vera Cruz hablan de que los judíos lanceros
llevarán cola negra, mientras que los cuadrilleros, los abanderados y los
hermanos de tambor lucirán cola blanca.
Así fueron pasando los años hasta que se consolidó el uso del
tambor entre los judíos y la separación de los judíos atendiendo al color de la
cola que lucían. En 1916 ya se reglamentó el toque de tambor, a través de una
ordenanza municipal, para evitar trasnochados temples de las cajas sin control
alguno, aunque la primera edad de oro del judío no llegaría hasta los años
veinte. Entonces, iniciativas como las de José Gan, que promovió la quinta cuadrilla
de la cola negra, impulsaron y reivindicaron la dignidad del judío, aunque
también se produciría en esos años la disgregación definitiva entre la cola
negra y la cola blanca, más por motivos personales de dirigentes cofradieros
que por motivos ideológicos como se ha tratado de ver en algunas ocasiones.
El judío también sufriría las consecuencias de la dureza de la Guerra Civil, y los efectos de
la emigración, aunque volvería a recuperar su fortaleza a partir de los años
ochenta de la pasada centuria, cuando se produce la masificación actual que ha llevado a la
existencia de varios millares de judíos en la Semana Santa de Baena. En la
actualidad, la peculiaridad del judío, que ya se ha extendido a otros
municipios como Luque y que también se ha expandido en la pedanía de Albendín,
ha sido reconocida en congresos internacionales, publicaciones y tesis doctorales
aunque todavía se han de acometer
iniciativas para evitar su desvirtualización o que la iniciativa empresarial
trate de asumir como propio una tradición que sólo es de los baenenses.
UNA ANÉCDOTA
“Niño, a ver si aprendes a
redoblar. Si es que eres coliblanco”, le decía un colinegro a un joven judío
que lucía crin de caballo blanca en su casco militar un Miércoles Santo de
finales del siglo XX. “Lo que tienes que hacer es callarte y lavar de vez en
cuando la cola, que la tienes negra”, le respondió el niño coliblanco, que
continuó con su incansable redoble de tambor a la imagen del Cristo de los
Azotes, atribuida a José Risueño. La rivalidad que ha existido en la Semana Santa de Baena
y la división de clases sociales que la festividad cuaresmal consolidó durante
algunas etapas históricas ha sido analizada por sociólogos y antropólogos en
las últimas décadas.
De todos es conocida la rivalidad, radical en determinados
momentos, entre la cola blanca y la cola negra y la división de las cofradías
atendiendo a su vinculación sentimental con una u otra. El Viernes Santo
marcaría la diferenciación. La mañana quedó unida a la cola negra y la noche a
la cola blanca. Los judíos coliblancos se vincularían con las procesiones del
Miércoles y Jueves Santo, mientras que el Domingo de Resurrección se uniría a la cola negra.
Sin embargo, las cofradías más recientes, Cristo del Perdón y Entrada Triunfal
de Jesús en Jerusalén, se mantendrán al margen de rivalidades. La búsqueda de condicionantes ideológicos, económicos y
sociales en la comentada rivalidad de la Semana Santa de Baena se ha
tratado de encontrar por parte de diversos investigadores, aunque con el paso
de los años se fue difuminando. Esta división tendría su apogeo en las primeras
décadas del siglo XX con el intento de los dirigentes de las dos principales
cofradías, las del Viernes Santo, de adquirir el mayor protagonismo social en
la localidad a través de esta celebración, para lo cual no escatimaban dinero para mejorar los desfiles
con la incorporación de pasos, la restauración de las imágenes o la celebración
de actos cofradieros. Rafael Briones Gómez hablará de “manipulación social de la Semana Santa” andaluza al considerar que
personas o grupos que gozan o buscan el poder económico, de prestigio o de
clase, “intentan meterse en la Semana Santa, a través de las
cofradías, para hacerse con el monopolio de su gestión y orientar ese capital y
esa influencia sobre la masa, para acrecentar ese poder y prestigio propio y
utilizarlo al servicio de sus intereses”.
Esta situación se repetirá también en las principales semanas santas del sur de
Córdoba, aunque en Baena irá unida a la cimentación de la rivalidad o división
en dos mitades de la celebración. La investigadora Fuensanta Plata vinculará la Semana Santa de Baena
a la estructura de dos mitades sociológicas, al igual que la jerarquización
social, para hablar de “un pequeño núcleo
de grandes terratenientes y un numeroso grupo de jornaleros sin tierra que
cuentan solamente, en la mayoría de los casos, con los ingresos de un
insuficiente subsidio de desempleo”.
No obstante, Plata considera que esta división está apartada de clases sociales,
etnias o profesiones, vinculándola más con una división en dos mitades
simbólicas. Tratar de vincular la rivalidad colinegra y coliblanca a una división clasista resulta a estas
alturas inadecuado.
El último gran conflicto de rivalidad se produjo el Miércoles Santo de 1992. Nadie comprendía lo que sucedía cuando a la altura de la Muralla, los judíos de la cola negra
comenzaron a salirse de la procesión ante el asombro de centenares de
espectadores. Uno tras otro, los judíos dejaron el desfile. El espacio entre la
hermandad que les precedía, la cuadrilla de sayones, y la hermandad del Cristo
de los Azotes se fue incrementando. El corte fue impresionante y todo porque a
un sayón se le ocurrió la idea de repetir un año más, a pesar de las
advertencias, la ‘cagada’, expresión mal sonante con la que se conocía la
escena que protagonizaba este curioso personaje de la Semana Santa de Baena
y que desvirtuaba la seriedad de la procesión. El suceso provocó que la turba de la
cola negra decidiera salirse del desfile. Ya no volvió a desfilar más la cola negra en el desfile del Jueves Santo.
Desde Manuel Piedrahita Ruiz, con su magnífico artículo de 1926, a otros investigadores y poetas de la Semana Santa, la figura del judío se ha patentizado en numerosas páginas. Podría incorporar innumerables textos para terminar, pero me quedo con un extracto de un artículo de Rafael Belmonte, titulado "El judío": "Hablaros a vosotros del "Judío", carne y sangre
vuestra sería necio y absurdo. Pero yo creo que la figura del
"Judío", tantas veces ensalzada, y otras, ¿por qué no decirlo?,
también criticada y hasta vituperada, no haya sido quizás situada en un justo y
preciso punto. Para mí, el "Judío" es el personaje que entre todos
los de vuestra Semana Santa, presenta, lo que pudiéramos llamar en términos
médicos, la más lógica y la más normal reacción humana ante la Pasión y Muerte de Cristo.
Para mí, el "Judío" quiere expresar y de hecho lo expresa con su
tambor, toda la rabia y toda la impotencia de un Pueblo cristiano, por no poder
impedir o evitar la Muerte
en la Cruz de su
Redentor. Él hace vibrar y gritar el parche rotundo de la caja de su tambor,
como avisando a los cuatro puntos cardinales de la geografía del mundo, el más
horrible, el más injusto y más cruento deicidio de toda la historia de la Humanidad. Y el "Judío" que ve y comprende, que no puede
impedirlo, avisa de esa forma vibrante y sonora, rompe incluso si es preciso
las fuertes baquetas sobre el tambor, para ver si encuentra ayuda y comprensión
para evitarlo. Y mirad si será noble y gallardo su toque y redoble que
sabiendo que aquella muerte divina, lo salvará y redimirá para siempre, no duda
un instante en buscar como sea y donde sea, a un alguien que con su fuerza y
poder la evite. Por eso yo te admiro, anacrónico y exótico "Judío"
de Baena, con tu cola blanca o con tu cola negra, con tu dorado casco y tu
llamativo plumero sobre tu cabeza. Con tu roja chaqueta, donde lleva bordado
como un símbolo la Cruz
Redentora de Cristo. Con tu tambor cruzado por tensos y
apretados chillones. Con su pañuelo de seda al cuello".
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