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domingo, 27 de noviembre de 2011


La rivalidad del judío de Baena 

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011 
Baenenses del siglo XIX y del siglo XX fueron los protagonistas de una historia que ha convertido la Semana Santa en una original celebración heredera de la tradición barroca perseguida por la jerarquía eclesiástica. Sus orígenes no se pueden comprender si no se dan por hecho recuerdos o tradiciones como datos históricos que permitan superar los inicios inciertos de la figura del judío y así comenzar a andar en el decurso histórico de este peculiar personaje. Siempre partimos de las dudas, nunca de la certeza. Siempre iniciamos las disquisiciones con ideas borrosas ante la ausencia del material escrito. Sin embargo, de no ser así, la historia del judío de Baena también perdería el misterio que desde décadas ha envuelto su existencia, pero también que ha significado ruptura de tradiciones y de costumbres impuestas. Mucho se ha escrito desde el siglo XX para tratar de encontrar justificaciones a un hecho consolidado que desconoce la respuesta a dos preguntas que siempre adentran en la hipótesis de la idea: ¿por qué el judío moderno, el que conocemos hoy, sustituyó al viejo personaje burlesco que se extendía por una amplia geografía de la Semana Santa decimonónica de Andalucía? ¿por qué en Baena se consolidó y no sucedió lo mismo en el resto de los pueblos semanasanteros?
Es difícil continuar sin respuestas claras a estas preguntas, pues los hechos que sí se han podido constatar llevan a dos fechas que cierran las dudas en un periodo determinado, en un antes y un después que fija la existencia del judío antiguo y la inexistencia del judío moderno, y en otra que define al judío, al margen de divisiones entre coliblancos y colinegros, con una indumentaria que ha llegado a nuestros días, aunque el tambor, y sí la lanza, todavía no se había generalizado.
Todo lo demás son ideas que han surgido de manera prolífica durante muchas décadas, con más o menos acierto, que se han ido modificando a medida que se fueron dando por buenas unas hipótesis y se descartaron otras, que recurrieron al recuerdo de los más mayores ante la ausencia de la fuente escrita y rodearon de cierto halo de incertidumbre al concepto. Y es que ésta ha sido una de las grandes carencias con la que los investigadores de la Semana Santa de Baena se han encontrado, lo que dio lugar a muchas líneas que llegaron a la leyenda y se dieron por buenas. Por estas contradicciones que han ido apareciendo con el paso del tiempo sólo nos acercaremos al judío dejando siempre la duda en el escrito, pues toda la historia de los comienzos de esta figura puede venirse abajo con la aparición del documento que permitiera acabar con tantas dudas.
Mientras no suceda lo contrario, hablaremos de que en 1804 se descubrió un testamento en el que por primera vez se habla de la turba de judíos (de Jesús Nazareno), que en 1819 se dictaron normas del vicario Diego Henares en las que se prohibían que los judíos cubiertos con rostrillos desfilaran en la Semana Santa y, que, por lo tanto, aún no se conocía el judío moderno. En los años cuarenta del siglo XIX se constatará la existencia de varias cuadrillas de judíos en las distintas cofradías o su colocación después de los evangelistas en el Viernes Santo por la mañana, según aparece en el Sermón del Paraíso copiado por José María López Arriero en 1857. Sin embargo, habría que esperar hasta 1895 para saber cómo vestían estos nuevos judíos. Los estatutos de las cofradías del Santo Cristo de la Sangre y de la Vera Cruz hablan de que los judíos lanceros llevarán cola negra, mientras que los cuadrilleros, los abanderados y los hermanos de tambor lucirán cola blanca.
Así fueron pasando los años hasta que se consolidó el uso del tambor entre los judíos y la separación de los judíos atendiendo al color de la cola que lucían. En 1916 ya se reglamentó el toque de tambor, a través de una ordenanza municipal, para evitar trasnochados temples de las cajas sin control alguno, aunque la primera edad de oro del judío no llegaría hasta los años veinte. Entonces, iniciativas como las de José Gan, que promovió la quinta cuadrilla de la cola negra, impulsaron y reivindicaron la dignidad del judío, aunque también se produciría en esos años la disgregación definitiva entre la cola negra y la cola blanca, más por motivos personales de dirigentes cofradieros que por motivos ideológicos como se ha tratado de ver en algunas ocasiones.
El judío también sufriría las consecuencias de la dureza de la Guerra Civil, y los efectos de la emigración, aunque volvería a recuperar su fortaleza a partir de los años ochenta de la pasada centuria, cuando se produce la masificación actual que ha llevado a la existencia de varios millares de judíos en la Semana Santa de Baena. En la actualidad, la peculiaridad del judío, que ya se ha extendido a otros municipios como Luque y que también se ha expandido en la pedanía de Albendín, ha sido reconocida en congresos internacionales, publicaciones y tesis doctorales aunque todavía se han de acometer iniciativas para evitar su desvirtualización o que la iniciativa empresarial trate de asumir como propio una tradición que sólo es de los baenenses. 

UNA ANÉCDOTA
“Niño, a ver si aprendes a redoblar. Si es que eres coliblanco”, le decía un colinegro a un joven judío que lucía crin de caballo blanca en su casco militar un Miércoles Santo de finales del siglo XX. “Lo que tienes que hacer es callarte y lavar de vez en cuando la cola, que la tienes negra”, le respondió el niño coliblanco, que continuó con su incansable redoble de tambor a la imagen del Cristo de los Azotes, atribuida a José Risueño. La rivalidad que ha existido en la Semana Santa de Baena y la división de clases sociales que la festividad cuaresmal consolidó durante algunas etapas históricas ha sido analizada por sociólogos y antropólogos en las últimas décadas.
De todos es conocida la rivalidad, radical en determinados momentos, entre la cola blanca y la cola negra y la división de las cofradías atendiendo a su vinculación sentimental con una u otra. El Viernes Santo marcaría la diferenciación. La mañana quedó unida a la cola negra y la noche a la cola blanca. Los judíos coliblancos se vincularían con las procesiones del Miércoles y Jueves Santo, mientras que el Domingo de Resurrección se uniría a la cola negra. Sin embargo, las cofradías más recientes, Cristo del Perdón y Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, se mantendrán al margen de rivalidades. La búsqueda de condicionantes ideológicos, económicos y sociales en la comentada rivalidad de la Semana Santa de Baena se ha tratado de encontrar por parte de diversos investigadores, aunque con el paso de los años se fue difuminando. Esta división tendría su apogeo en las primeras décadas del siglo XX con el intento de los dirigentes de las dos principales cofradías, las del Viernes Santo, de adquirir el mayor protagonismo social en la localidad a través de esta celebración, para lo cual no escatimaban dinero para mejorar los desfiles con la incorporación de pasos, la restauración de las imágenes o la celebración de actos cofradieros. Rafael Briones Gómez hablará de “manipulación social de la Semana Santa” andaluza al considerar que personas o grupos que gozan o buscan el poder económico, de prestigio o de clase, “intentan meterse en la Semana Santa, a través de las cofradías, para hacerse con el monopolio de su gestión y orientar ese capital y esa influencia sobre la masa, para acrecentar ese poder y prestigio propio y utilizarlo al servicio de sus intereses”. Esta situación se repetirá también en las principales semanas santas del sur de Córdoba, aunque en Baena irá unida a la cimentación de la rivalidad o división en dos mitades de la celebración. La investigadora Fuensanta Plata vinculará la Semana Santa de Baena a la estructura de dos mitades sociológicas, al igual que la jerarquización social, para hablar de “un pequeño núcleo de grandes terratenientes y un numeroso grupo de jornaleros sin tierra que cuentan solamente, en la mayoría de los casos, con los ingresos de un insuficiente subsidio de desempleo”. No obstante, Plata considera que esta división está apartada de clases sociales, etnias o profesiones, vinculándola más con una división en dos mitades simbólicas. Tratar de vincular la rivalidad colinegra y coliblanca a una división clasista resulta a estas alturas inadecuado. 
El último gran conflicto de rivalidad se produjo el Miércoles Santo de 1992. Nadie comprendía lo que sucedía cuando a la altura de la Muralla, los judíos de la cola negra comenzaron a salirse de la procesión ante el asombro de centenares de espectadores. Uno tras otro, los judíos dejaron el desfile. El espacio entre la hermandad que les precedía, la cuadrilla de sayones, y la hermandad del Cristo de los Azotes se fue incrementando. El corte fue impresionante y todo porque a un sayón se le ocurrió la idea de repetir un año más, a pesar de las advertencias, la ‘cagada’, expresión mal sonante con la que se conocía la escena que protagonizaba este curioso personaje de la Semana Santa de Baena y que desvirtuaba la seriedad de la procesión. El suceso provocó que la turba de la cola negra decidiera salirse del desfile. Ya no volvió a desfilar más la cola negra en el desfile del Jueves Santo.
Desde Manuel Piedrahita Ruiz, con su magnífico artículo de 1926, a otros investigadores y poetas de la Semana Santa, la figura del judío se ha patentizado en numerosas páginas. Podría incorporar innumerables textos para terminar, pero me quedo con un extracto de un artículo de Rafael Belmonte, titulado "El judío": "Hablaros a vosotros del "Judío", carne y sangre vuestra sería necio y absurdo. Pero yo creo que la figura del "Judío", tantas veces ensalzada, y otras, ¿por qué no decirlo?, también criticada y hasta vituperada, no haya sido quizás situada en un justo y preciso punto. Para mí, el "Judío" es el personaje que entre todos los de vuestra Semana Santa, presenta, lo que pudiéramos llamar en términos médicos, la más lógica y la más normal reacción humana ante la Pasión y Muerte de Cristo. Para mí, el "Judío" quiere expresar y de hecho lo expresa con su tambor, toda la rabia y toda la impotencia de un Pueblo cristiano, por no poder impedir o evitar la Muerte en la Cruz de su Redentor. Él hace vibrar y gritar el parche rotundo de la caja de su tambor, como avisando a los cuatro puntos cardinales de la geografía del mundo, el más horrible, el más injusto y más cruento deicidio de toda la historia de la Humanidad. Y el "Judío" que ve y comprende, que no puede impedirlo, avisa de esa forma vibrante y sonora, rompe incluso si es preciso las fuertes baquetas sobre el tambor, para ver si encuentra ayuda y comprensión para evitarlo. Y mirad si será noble y gallardo su toque y redoble que sabiendo que aquella muerte divina, lo salvará y redimirá para siempre, no duda un instante en buscar como sea y donde sea, a un alguien que con su fuerza y poder la evite. Por eso yo te admiro, anacrónico y exótico "Judío" de Baena, con tu cola blanca o con tu cola negra, con tu dorado casco y tu llamativo plumero sobre tu cabeza. Con tu roja chaqueta, donde lleva bordado como un símbolo la Cruz Redentora de Cristo. Con tu tambor cruzado por tensos y apretados chillones. Con su pañuelo de seda al cuello".

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