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miércoles, 30 de noviembre de 2011



La Semana Santa de 1936

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Los dos años anteriores se habían podido celebrar desfiles procesionales en Baena, pero en 1936, tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero, no salió ninguna imagen a la calle. Como había ocurrido también en 1932 y en 1933, una de las festividades con mayor tradición en la localidad, que atraía más población y que se convertía en una fuente importante de ingresos para los comercios, se vio apagada pese al malestar que generó la decisión en muchos baenenses. La justificación oficial para que no hubiera desfiles se puede encontrar en la prensa de la época, aunque convenció a pocos. El alcalde, Manuel Priego Arrebola, indicó que no se había solicitado autorización para su celebración, aunque a nadie escapaba que detrás existían criterios políticos que habían impedido también la organización de los misereres en las semanas precedentes, como indicaba el periódico El Defensor de Córdoba, dirigido por el baenense Daniel Aguilera Camacho: “Baena. No permiten los misereres. La Alcaldía no ha autorizado los acostumbrados desfiles de las cofradías de la Semana Santa, con motivo de la celebración de los misereres que todos los años tienen lugar, por esta época, en la iglesia de San Francisco. También se ha puesto dificultad para la celebración del anual cabildo de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Según nuestras noticias el Gobernador civil de la provincia se ha mostrado, en este caso, dispuesto a que sea respetada la voluntad del pueblo creyente”.
    La situación no contentó a muchos baenenses y los empresarios reaccionaron y se quejaron al alcalde por la merma de ingresos que supondría para sus negocios: “Una numerosa comisión de comerciantes e industriales de Baena visitó al alcalde de la ciudad para protestar contra la supresión de los tradicionales misereres y rogarle, al mismo tiempo, se den facilidades para la celebración de las procesiones de Semana Santa. Los visitantes expusieron a la autoridad local el perjuicio que les irrogaría la suspensión de las procesiones”, recogería El Defensor de Córdoba.
    Quizás pensaron que se daría marcha atrás y que, finalmente, se tendría en cuenta el fervor cofrade de la mayoría de la población. La celebración más cercana, con motivo de la festividad de San José, pudo tocarse el tambor y se encendieron los típicos candelorios. El corresponsal del periódico cordobés describió ese año en qué consistía esta “costumbre tradicional”: “El día 18, víspera del día de San José, ‘se echaron las cajas a la calle’, en frase típica. Esto quiere decir que comenzaron a tocar el tambor, recorriendo en grupos o aisladamente las calles del pueblo los llamados judíos de la Semana Santa. El toque de tambores dura hasta las primeras horas de la madrugada y prosigue después en los días de las procesiones. En esta noche los judíos no llevan uniforme y también van tocando personas que pertenecen a otras hermandades o que incluso no pertenecen a ninguna. Por este motivo toda la ciudad vibra de manera enardecedora. Al mismo tiempo se encienden grandes candelorios, a base de capachos de molinos aceiteros, esteras y otras materias de desecho. Las luminarias de los candelorios y el vibrar de los tambores constituyen la nota típica de esta noche baenense de jolgorio popular”. No obstante, no hubo la animación de otros años y se negó la autorización para organizar la procesión de San José: “Pedida autorización al alcalde para celebrar la acostumbrada procesión de San José, no fue concedida. Este año se ha notado que han sido muy pocos los tambores que se han tocado por las calles, pues como no se quieren autorizar las procesiones de Semana Santa, los componentes de las hermandades no han considerado oportuno utilizar el consentimiento de la autoridad local para salir en este día, ya que estiman que la autorización debe ser completa para todos los actos de Semana Santa, sin excluir las procesiones, de las que son un anuncio el toque tradicional de los tambores. Por eso resulta un contrasentido autorizar estos y suprimir aquellas”.
    El Domingo de Ramos de 1936 era 5 de abril. En la parroquia de Santa María la Mayor se celebró una solemne fiesta religiosa con una gran concurrencia de fieles, aunque no se pudo contar con palmas, por lo que se emplearon solo ramas de olivo. El Miércoles Santo, un artículo del corresponsal de El Defensor de Córdoba explica por qué no procesionan las hermandades: “Martes Santo. Las procesiones de Semana Santa que comienzan el miércoles no salen este año. El alcalde ha dicho que no ha recibido solicitud alguna de permiso”.
    Baena no oirá los tambores durante la Semana Santa de 1936, ni verá desfilar las imágenes por sus calles. El sentimiento que ocasionó la decisión lo definió muy bien el corresponsal de El Defensor de Córdoba: “Como quiera que la Semana Santa de Baena se caracteriza por el constante sonar de los tambores, la suspensión de las procesiones de este año ha tenido como primera consecuencia un silencio callejero impresionante. No se ha oído un solo tambor, tanto en la calle como en el interior de los edificios o en las afueras de la ciudad. La animación propia de estos días ha descendido extraordinariamente, así como la visita a los Sagrarios durante la noche. La mayor concurrencia en los templos se vio a última hora de la tarde”. Sin embargo, pudieron celebrarse los cultos en las iglesias. La Juventud de Acción Católica estableció guardia para adorar al Santísimo y en la hora santa, en la parroquia de Santa María la Mayor, don Bartolomé Carrillo “pronunció un elocuente sermón”. En San Francisco se organizó un miserere que contó con una gran asistencia de personas, “la mayoría de clase popular”, y “se dieron infinidad de vivas a Jesús Nazareno”.
    El recuerdo de 1935 estaba muy presente. Entonces pudieron celebrarse las procesiones en Baena. Las crónicas de la época recogen la recuperación de los actos tras unos años de descenso de efectivos cofrades iniciado en 1929: “La procesión del miércoles y jueves santos han salido con el esplendor de siempre. Fue hermano mayor en la del miércoles don Ramón Bujalance Frías y de la del jueves don Francisco Valenzuela (...). Salió la procesión de Jesús Nazareno el Viernes Santo de madrugada, con una solemnidad que no hemos conocido. El piadoso sermón del auto sacramental en la Plaza de la Constitución, fue pronunciado por nuestro digno arcipreste don Bartolomé Carrillo Fernández. Se utilizaron altavoces. Iba de hermano mayor don José Baena Rojano. La procesión del Santo Entierro tenía de hermano mayor a don Toribio de Prado Padillo. Resultó admirable. Llevaba la procesión dos músicas: la de Montilla y la de Baena”. El recuerdo del magnífico miserere organizado por la Quinta de judíos de la cola negra en 1935 estaba muy presente: “El viernes se celebró el tradicional miserere organizado por la 5ª cuadrilla de judíos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el que don José Gan Roldán, cuadrillero de la misma, demostró una vez más sus insuperables dotes de organizador, su entusiasmo y su actividad sin límites” (Nuevas, 8 de abril de 1935).

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