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lunes, 21 de noviembre de 2011



Los inicios sindicales en Baena

FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Las dificultades y penurias que sufría el trabajador durante el primer tercio del siglo XX y la absoluta dependencia de la labor agraria para conseguir el sustento fueron generando entre los baenenses un movimiento contestatario que trataba de romper con la situación, aunque la organización de este proceso estuvo marcado por grandes altibajos. No bastaba ya con procesiones o plegarias desde los púlpitos para pedir el final de la sequía o contra el hambre que se extendía entre la mayoría de los obreros. La población moría y no se tomaban medidas. La prensa cordobesa recogería en sus páginas momentos de gran dramatismo entre las clases más necesidades de la localidad. Los desfiles de pobres eran habituales. La creación del asilo de San Francisco fue una respuesta desesperada contra la desvalida situación de los mayores en 1900. En el año 1905, el 20 de mayo, apareció una de las crónicas más tristes de Baena escrita por el corresponsal de Diario de Córdoba. Todo son calamidades, a lo que se unía también las consecuencias fatales que estaba causando la gripe: “A más de las penalidades que la prolongada sequía trae consigo por la casi total pérdida de los sembrados, otra angustia aflige nuestro ánimo y es la epidemia reinante de la gripe. Son tantas las defunciones que está produciendo, que su número causa espanto, así como la rapidez con que fallecen los invadidos, pues por regla general sucumben al tercero, quinto o séptimo día de ser acometidos, y algunos casi repentinamente”.
    A la enfermedad hay que unir la dificultad para encontrar trabajo y la falta de alimentos, lo que originó revueltas populares en 1905: “En los días siguientes no se han dejado de registrar algunos sucesos desagradables, de índole distinta de los que acabo de reseñar, entre ellos dos pequeños alborotos en la plaza pública a causa de la carencia del pan, motivada por la escasez de agua, que no es la bastante para hacer andar las diversas fábricas de harinas”.A esto hay que unir también la incapacidad de los gobiernos municipales de turno, la mayoría de las veces con pocos medios económicos para responder a las demandas de la población y otras más preocupadas de conservar su posición social que de adoptar medidas que cambiaran la situación. El denostado caciquismo que perduraría durante gran parte de la primera mitad del siglo XX se define perfectamente en estos años de principios de la centuria. Uno de los periódicos más combativos de la época en Baena, quizás el único y por eso duró tan solo dos números, fue El Gladiador, que apareció el 1 de marzo de 1900. Su director, Francisco Jiménez Priego, tuvo que abandonar la localidad tras la paliza que recibió con el conocimiento de la autoridad. No nos ha llegado nada de El Gladiador, pero sí un texto publicado en El Disparo, periódico satírico que se editó en Córdoba tras las penalidades sufridas por Jiménez Priego, y que recogió en 1911 un periódico de Jaén . El número 11 de El Disparo analizaba el nepotismo de los gobernantes municipales y su incapacidad para llevar una correcta gobernanza de las cuentas públicas. En artículo titulado “Abajo el cunerismo”, denunciaba el caciquismo de los gobernantes de Baena y su mala gestión: “El distrito de Cabra, uno de los mejores de la provincia, tiene un déficit espantoso con la Diputación y la Hacienda, sobresaliendo entre todos los pueblos que lo componen el de Baena, cuyas autoridades hemos de hacer inmortales, erigiendo sobre todo una estatua al señor Alcalá Buelga, cuya gestión administrativa en aquel Ayuntamiento hará época en los anales de la historia del pueblo baenense (...). BAENA, este pueblo cuyas autoridades son dignas de ocupar otro puesto, no el que tienen, deben (asómbrense ustedes) a la Diputación provincial, 341.367 pesetas, a la Hacienda por el concepto de consumos 226.726,91 pesetas atrasos que comprenden desde los años 94 a 95, encontrándose al descubierto en el corriente ejercicio en la insignificante cantidad de 18.551,20. El total que estas sumas arrojan es considerable y no acertamos a comprender cómo no se ha incoado expediente y no se han confiscado los bienes de tan celosos administradores (...). Hora es ya de que se emancipen y arrojen del distrito a quienes nada le deben, pues de continuar de esta forma lograrán su total ruina y se verán cada día mas hollados sus derechos por despreciables caciques”. En una situación insostenible como la descrita estaba abonado el terreno para que surgiera el movimiento sindical en la localidad, aunque el control de la población, ya fuera por la necesidad de trabajo o por la escasa formación de la mayoría, provocó que las inquietudes obreras tardaran en organizarse en Baena.
    En los inicios de la pasada centuria comenzaron a surgir colectivos que reaccionaban ante las desigualdades sociales que se mantenían desde hacía siglos. La primera de las asociaciones campesinas que se creó fue la cooperativa la Unión del Trabajo de Baena, que surgió en febrero de 1903, aunque tendría una corta existencia pues a finales de 1904 ya no estaba en funcionamiento. En esas fechas nació también El Fomento del Trabajo de Baena, constituida en mayo de 1903, en pleno movimiento contestatario de los campesinos. Impulsada por laicos, se inspiraban en los principios de la encíclica Rerum novarum, aunque tuvo una escasa pervivencia al estar integrada por obreros y patronos. Estos últimos pretendían contrarrestar la reacción de los campesinos con su adhesión al colectivo. En aquellos momentos era habitual que cuando surgía alguna acción represiva contra las asociaciones desaparecieran o acabaran con una escasa actividad como consecuencia de la débil consistencia del movimiento obrero. En abril de 1903 el alcalde de Baena, como hicieron otros de Cabra, Posadas o Montoro, abortaron huelgas de campesinos al emplear a los parados que acudían a los ayuntamientos en demanda de trabajo.
(CONTINÚA EN PERIÓDICO CANCIONERO).

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