Los inicios sindicales en Baena
FRANCISCO EXPÓSITO. NOVIEMBRE 2011
Las dificultades y penurias que sufría el trabajador durante el primer
tercio del siglo XX y la absoluta dependencia de la labor agraria para
conseguir el sustento fueron generando entre los baenenses un movimiento
contestatario que trataba de romper con la situación, aunque la organización de
este proceso estuvo marcado por grandes altibajos. No bastaba ya con
procesiones o plegarias desde los púlpitos para pedir el final de la sequía o
contra el hambre que se extendía entre la mayoría de los obreros. La población
moría y no se tomaban medidas. La prensa cordobesa recogería en sus páginas
momentos de gran dramatismo entre las clases más necesidades de la localidad. Los
desfiles de pobres eran habituales. La creación del asilo de San Francisco fue
una respuesta desesperada contra la desvalida situación de los mayores en 1900.
En el año 1905, el 20 de mayo, apareció una de las crónicas más tristes de
Baena escrita por el corresponsal de Diario de Córdoba. Todo son calamidades, a
lo que se unía también las consecuencias fatales que estaba causando la gripe:
“A más de las penalidades que la prolongada sequía trae consigo por la casi
total pérdida de los sembrados, otra angustia aflige nuestro ánimo y es la
epidemia reinante de la
gripe. Son tantas las defunciones que está produciendo, que
su número causa espanto, así como la rapidez con que fallecen los invadidos,
pues por regla general sucumben al tercero, quinto o séptimo día de ser
acometidos, y algunos casi repentinamente”.
A la enfermedad hay que unir la
dificultad para encontrar trabajo y la falta de alimentos, lo que originó
revueltas populares en 1905: “En los días siguientes no se han dejado de
registrar algunos sucesos desagradables, de índole distinta de los que acabo de
reseñar, entre ellos dos pequeños alborotos en la plaza pública a causa de la
carencia del pan, motivada por la escasez de agua, que no es la bastante para
hacer andar las diversas fábricas de harinas”.A esto hay que unir también la incapacidad de los gobiernos municipales
de turno, la mayoría de las veces con pocos medios económicos para responder a
las demandas de la población y otras más preocupadas de conservar su posición
social que de adoptar medidas que cambiaran la situación. El
denostado caciquismo que perduraría durante gran parte de la primera mitad del
siglo XX se define perfectamente en estos años de principios de la centuria. Uno de los
periódicos más combativos de la época en Baena, quizás el único y por eso duró
tan solo dos números, fue El Gladiador, que apareció el 1 de marzo de 1900. Su
director, Francisco Jiménez Priego, tuvo que abandonar la localidad tras la
paliza que recibió con el conocimiento de la autoridad. No nos ha
llegado nada de El Gladiador, pero sí un texto publicado en El Disparo,
periódico satírico que se editó en Córdoba tras las penalidades sufridas por
Jiménez Priego, y que recogió en 1911 un periódico de Jaén . El número 11 de El
Disparo analizaba el nepotismo de los gobernantes municipales y su incapacidad
para llevar una correcta gobernanza de las cuentas públicas. En artículo
titulado “Abajo el cunerismo”, denunciaba el caciquismo de los gobernantes de
Baena y su mala gestión: “El distrito de Cabra, uno de los mejores de la
provincia, tiene un déficit espantoso con la Diputación y la Hacienda, sobresaliendo
entre todos los pueblos que lo componen el de Baena, cuyas autoridades hemos de
hacer inmortales, erigiendo sobre todo una estatua al señor Alcalá Buelga, cuya
gestión administrativa en aquel Ayuntamiento hará época en los anales de la
historia del pueblo baenense (...). BAENA, este pueblo cuyas autoridades son
dignas de ocupar otro puesto, no el que tienen, deben (asómbrense ustedes) a la
Diputación provincial, 341.367 pesetas, a la Hacienda por el concepto de
consumos 226.726,91 pesetas atrasos que comprenden desde los años 94 a 95, encontrándose al
descubierto en el corriente ejercicio en la insignificante cantidad de
18.551,20. El total que estas sumas arrojan es considerable y no acertamos a
comprender cómo no se ha incoado expediente y no se han confiscado los bienes
de tan celosos administradores (...). Hora es ya de que se emancipen y arrojen
del distrito a quienes nada le deben, pues de continuar de esta forma lograrán
su total ruina y se verán cada día mas hollados sus derechos por despreciables
caciques”. En una situación insostenible como la descrita estaba abonado el
terreno para que surgiera el movimiento sindical en la localidad, aunque el
control de la población, ya fuera por la necesidad de trabajo o por la escasa
formación de la mayoría, provocó que las inquietudes obreras tardaran en
organizarse en Baena.
En los inicios de la pasada centuria comenzaron a surgir colectivos que
reaccionaban ante las desigualdades sociales que se mantenían desde hacía
siglos. La primera de las asociaciones campesinas que se creó fue la
cooperativa la Unión del Trabajo de Baena, que surgió en febrero de 1903,
aunque tendría una corta existencia pues a finales de 1904 ya no estaba en
funcionamiento. En esas fechas nació también El Fomento del Trabajo de Baena,
constituida en mayo de 1903, en pleno movimiento contestatario de los
campesinos. Impulsada por laicos, se inspiraban en los principios de la encíclica Rerum
novarum, aunque tuvo una escasa pervivencia al estar integrada por obreros y
patronos. Estos últimos pretendían contrarrestar la reacción de los campesinos
con su adhesión al colectivo. En aquellos momentos era habitual que cuando
surgía alguna acción represiva contra las asociaciones desaparecieran o
acabaran con una escasa actividad como consecuencia de la débil consistencia
del movimiento obrero. En abril de 1903 el alcalde de Baena, como hicieron
otros de Cabra, Posadas o Montoro, abortaron huelgas de campesinos al emplear a
los parados que acudían a los ayuntamientos en demanda de trabajo.
(CONTINÚA EN PERIÓDICO CANCIONERO).
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